"Nosotros haremos nuestro propio camino", señaló el ex obispo

"Nosotros haremos nuestro propio camino", señaló el ex obispo

21 Abril 2008
Asuncion.- El ex obispo y candidato socialista Fernando Lugo colgó los hábitos en la Navidad de 2006 para ser candidato, lo cual le valió ser suspendido “a divinis” por el Vaticano.
Lugo -que trabajó en Ecuador con monseñor Leonidas Proaño, conocido allí como “El obispo de los pobres”- encabezó una alianza de 20 partidos y movimientos políticos y sociales, en su mayoría de izquierda. Partidario de la Teología de la Liberación, dijo dos días antes de las elecciones que bajo su gobierno Paraguay no caería en la polarización ideológica de la región, evitando identificarse con una u otra corriente izquierdista latinoamericana. “Mucho usamos últimamente la palabra izquierda en América Latina. En una reunión de cinco personas, si se habla de izquierda habrá cinco conceptos de izquierda diferentes”, dijo. “Nosotros haremos nuestro propio camino”, remarcó. Nacido el 30 mayo de 1951 en  el seno de una familia humilde en la pequeña localidad de San Solano, 400 km al sur de Asunción, Lugo también dijo que haría una reforma agraria “diseñada y negociada con todos los actores involucrados, sin caer en procesos traumáticos ni violentos”. Siendo el menor de siete hermanos (cinco varones y una mujer), ingresó al noviciado de los misioneros del Verbo Divino en 1970, y fue ordenado el 15 de agosto de 1977.
Desde hace tres años, a pesar de su edad, se mantenía como obispo emérito, sin cargo, luego de dejar la diócesis de San Pedro, el departamento más pobre de Paraguay. Sobrino de un dirigente del Partido Colorado que fue perseguido y exiliado por el dictador Alfredo Stroessner, incursionó recién en política el 29 de marzo de 2006, cuando logró reunir a 40.000 personas de todas las tendencias para protestar contra el actual gobierno de Nicanor Duarte. Aquel mitin en la plaza del Congreso paraguayo fue la chispa que lo decidió a colgar la sotana, convencido por la oposición para liderar un frente anti-gubernamental. Por ello, una autoridad eclesiástica lo describió públicamente por su rebeldía como “un puñal clavado en el cuerpo de la Iglesia”. (AFP-NA)

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