Cumplió su sueño de volar

Cumplió su sueño de volar

El médico tucumano González llegó al grado de primer teniente en la Fuerza Aérea y fue piloto de aviones Canberras y helicópteros. Recuerdos.

DE GUARDIA. González junto a su compañero de vuelo, el alférez Pereyra. DE GUARDIA. González junto a su compañero de vuelo, el alférez Pereyra.
02 Abril 2008
En 1980, mientras seguía su carrera militar en la Policía Aeronáutica, en Ezeiza, Daniel González, de 53 años, gracias al apoyo de sus superiores, rendía sus últimas materias para graduarse en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán. Cuando se recibió de médico, pidió el pase para integrar el Escuadrón Canberra, en la base aérea de Paraná, para cumplir con otros de sus sueños, ser piloto de avión.
“Mi sueño era volar”, confesó González a LA GACETA.com. Y, finalmente, logró ese objetivo, porque pudo volar aviones Canberra y helicópteros.
El tucumano, durante la Guerra Malvinas, por su condición de médico, fue asignado al Escuadrón de Búsqueda y Rescate. Su tarea, cuando estaba de turno, era salir junto al alférez Omar Pereyra, en un pequeño helicóptero, a patrullar el mar ante la posibilidad de que un piloto se eyectara.
Contó que debía permanecer vestido con el uniforme y el equipo de superviviencia las 24 horas. Pero lo más angustiante pasaba cuando salían al mar, porque los helicópteros eran vulnerables ante el ataque de un caza inglés.

Los que ya no están
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando recordó a sus amigos y compañeros de cuarto en la base de los Canberra, en Trelew: el teniente Eduardo Jorge Raúl De Ibáñez, primer teniente Mario Hipólito González y primer teniente Marcelo Siri. “Con los tres compartíamos todo y ya no están más”, dijo en voz baja y resignado.
De Ibáñez y Mario González murieron en combate el 1 de mayo, cuando el motor de su aeronave fue alcanzada por un misil lanzado por un avión Sea Harriers. Cayeron al mar, pero sus cuerpos nunca pudieron ser rescatados. Siri falleció seis meses después de la guerra a causa de un cáncer.
“El 1 de mayo al mediodía estaba almorzando con mis amigos De Ibáñez y González y a la siesta nunca más aparecieron”, recordó aún el primer teniente (r).
Aunque le tocó vivir momentos tristes en Malvinas, González destacó el grado de profesionalismo y camadería que se vivió en el Escuadrón. “Fue muy importante en mi vida”, aseguró en forma contundente.
La amistad que forjaron hace 25 años se mantiene tan viva como en aquel tiempo. González comentó que todos los años, quienes formaron parte del escuadrón, se reúnen en cualquier punto del país, para revivir ese espíritu de camaradería que él dijo no observa en la vida civil.
El médico tucumano es un apasionado de los Canberra y no deja pasar oportunidad sin destacar la calidad de estas aeronaves que fueron construidas en la década del 50 por los ingleses. Precisó que durante la guerra descargaron 50.000 toneladas de explosivos y cumplieron 54 misiones sobre la flota y las tropas británicas (35 diurnas y 25 nocturnas) y que sólo fueron derribados dos aviones en Malvinas.
Destacó que la profesionalidad y la pericia del Escuadrón fue elogiada por los propios ingleses, quienes ya habían pasado a retiro los modelos que usaron los argentinos. Las tropas inglesas sufrieron muchas bajas a causa del accionar de los veteranos aviones que lograron cumplir con sus objetivos y sortear la férrea defensa antiaérea.
Lo que vivió y sintió en la guerra del sur dice que cambiaron muchos de sus pensamientos que tenía antes del conflicto. Aclaró que una cosa es volver de la guerra y otra es seguir en la guerra, porque eso genera problemas con la familia.
Hoy sostiene que ve la vida de otra manera y no reniega por si llueve, hace frío o se le rompió el zapato. Perder a los amigos y compañeros hizo que valore mucho más las cosas sencillas de la vida y de la familia.
Dice que ahora está muy bien -mientras mira a sus hijas jugar en la PC- y está contento de poder seguir adelante con su profesión de médico. Desde que regresó a la vida civil no volvió a pilotear un avión. González asegura que las ganas de volar no se pierden, pero que tiene que ser realista y tomar su carrera en la Fuerza Aérea como una etapa del pasado.

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