La riña de gallos es una pasión en Tucumán

La riña de gallos es una pasión en Tucumán

Combates, apuestas y categorías. Hay 5.000 criadores de aves de pelea en la provincia. Oficialmente, se realizan seis o siete torneos, pero calculan que hay muchos más, que son clandestinos.

PLUMAS Y ESPUELAS. Un buen gallo de pelea, cuando vuela, pega con la púa postiza colocada en la pata. PLUMAS Y ESPUELAS. Un buen gallo de pelea, cuando vuela, pega con la púa postiza colocada en la pata.
25 Julio 2005
"Señores galleros: tengo el agrado de invitarlos al primer gran torneo de pollos, gallos y gallos tuertos...", anuncia el volante del reñidero "Almafuerte", de Luciano Avila (a) el "Negro Yano". En su casa, detrás del Cementerio del Norte, tiene 80 aves guardadas en jaulas.
La pasión que lo arrebata es la misma que alimenta, a 10 cuadras de allí, en el fondo de una casa elegante, el médico Rodolfo Caram. "Es una pasión inexplicable", confiesa, mientras elige entre los 40 gallos de su stud (La Palmera) a los que van a pelear. "Hay 5.000 galleros en Tucumán y van aumentando", agrega Avila.
Hay corrales con 200 animales, como el de Julio Espeche, en Villa Mariano Moreno; y en Banda del Río Salí, el de Prado tiene 150.
Ildefonso Fernández, editor de una revista tucumana sobre el tema, afirma que Tucumán es la "capital gallera" del país.
La temporada comenzó en junio, porque es la época en que los gallos han emplumado. Los torneos continúan hasta febrero del año próximo, cuando se produzca otro paréntesis de tres meses.
El 9 de julio de 2004, en lo de "Yano" hubo 138 riñas y asistieron 800 personas. Este año se instaló un nuevo tinglado, se agregaron jaulas para llegar a las 250 y se construyeron tribunas para duplicar la capacidad a 520 espectadores sentados. "Hay gente que viene a las cinco o a las seis de la mañana. Llegan del interior de Tucumán, de Santiago, Salta, La Rioja, Mendoza, Córdoba y hasta de Brasil", dijo Avila.
El premio se divide en recompensas para los mejores tiempos (los gallos que ganan más rápido la pelea). Los animales no mueren en pelea, salvo raras excepciones. Pierde el combate el que no responde a los ataques del adversario durante un minuto. Es una suerte de nocaut. Cada pelea dura una hora.
Los gallos más finos, por lo general importados de Brasil, compiten en los torneos nacionales más importantes. Hay una categoría A, una B y otra inferior, donde se inscriben los "yuyeros".
En las riñas locales se apuesta, pero no tan fuerte como en los torneos nacionales, donde un lance puede rondar los $ 5.000. Si en medio de la riña el gallero que va perdiendo quiere retirar a su gallo antes de que sufra mayores daños, le propone al adversario un acuerdo -por ejemplo, que acepte "levantar" por un 70%- que en general se acepta.
Oficialmente se realizan seis o siete torneos de gallos de pelea en la provincia. Pero los aficionados calculan que son muchos más, que se realizan en forma clandestina. Para hacerlo en forma legal, un organizador debe pagar $ 197 más la vigilancia policial.

Una afición que cuesta unos $ 1.000 al mes

"Este hobby es carísimo. A mí me cuesta por lo menos $ 1.000 mensuales", reconoce el ginecólogo Rodolfo Caram, quien ha invertido en acondicionar el corral lo mejor posible para sus gallos y -además de la comida y medicamentos- costea el sueldo de un cuidador que los atiende y entrena todos los días. El costo de un gallo joven está en el orden de $ 300 a $ 500.
Más de una vez, su profesión obligó al médico a abandonar una riña para ir a atender el parto de una paciente. Todo se le complica cuando el torneo se hace en otra provincia.
Pero las dificultades de Caram no son nada comparadas con las que tuvo un comisario retirado que hoy todavía es uno de los principales criadores de gallos de riña.
Gallero apasionado desde siempre, el comisario -cuyo nombre se mantiene en reserva- estaba en actividad cuando las riñas eran prohibidas y tenía que arreglárselas para participar.
Pudo hacerlo, a pesar de que había llegado a integrar la plana mayor de la Policía. También un juez tucumano, padre de un conocido fiscal, fue gallero destacado en épocas de prohibición.

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