El mito del amor romántico II

22 Abr 2017
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El mito del amor romántico II

“Los polos opuestos se atraen y se complementan” es una creencia bastante extendida en nuestra cultura y parte integrante de la vasta mitología construida alrededor del amor romántico. El cine, las canciones, las telenovelas y otras expresiones se han encargado de retratarla miles de veces. Sin embargo, por mucho que nos guste la idea, ha sido ampliamente refutada por los expertos: al parecer, si bien este tipo de atracción resulta fascinante en los primeros tiempos de la relación -la complementariedad neutraliza las carencias de cada uno- finalmente suelen ser las diferencias las que terminan alejando a las personas. Sobre todo cuando involucran cuestiones básicas: proyecto vital, escala de valores, expectativas respecto de la relación, sistema de creencias, filosofía de vida, etc.

Amor y maltrato

“Porque te quiero te aporreo” es la desafortunada frase -considerada por algunos “una broma”- que no hace sino reflejar un prejuicio al que muchas personas de un modo u otro adhieren. Es decir, esa distorsionada idea de que pueden ser compatibles el amor y el maltrato: es normal vivir peleándose, son normales los llantos, las angustias, las escenas desagradables que dejan a una o ambas partes casi sin energía (exista o no maltrato físico), porque acaso… ¿el hecho de amarnos no es lo único que importa? Lamentablemente el amor no es un sentimiento unívoco y un “te amo” es una declaración cuyo significado puede ir desde lo más sublime hasta lo más nefasto.

En esta línea se inscribe otra noción errónea: los celos son un ingrediente infaltable entre dos que dicen amarse. Como si lo obvio fuera experimentar celos cada tanto y ser capaces de generarlos en el otro como prueba de amor. Esta es quizás una de las supersticiones que más adeptos encuentra en nuestra cultura. Tal es así que la gran mayoría desconfía y hasta considera una ofensa que a su pareja no se le mueva un pelo cuando aparece un tercero -o tercera- en escena y se acerca más de la cuenta. 

La saludable retirada

Muchas personas piensan que querer de verdad a alguien y estar comprometidos significa contarse todo y renunciar a la privacidad. El extremo de esta postura son las llamadas relaciones simbióticas, admisibles -y hasta cierto punto- sólo entre el recién nacido y su madre, pero totalmente dañinas en todos los demás casos. Estos codependientes piensan: si nos amamos… ¿por qué no tener acceso total al teléfono celular del otro, a sus claves y contraseñas, a sus gastos, a cada detalle de sus actividades diarias? ¿Por qué no ir juntos al médico, a comprar ropa, al gimnasio y compartir todos los amigos? Pero la verdad es que en la práctica, después de verse inmerso en un vínculo de esas características, más de uno termina huyendo despavorido. De hecho, no respetar la privacidad ni mantener ciertos espacios propios es una de las mayores fuentes de conflicto entre los que conviven. 

Por eso es que buena parte del secreto de la satisfacción en la pareja consiste en transitar con inteligencia y equilibrio ese filo de la navaja que supone incluir lo que es bueno compartir y excluir aquello que no lo es. Y es que en las relaciones románticas -tanto como en las de otro tipo- resulta fundamental que exista esta suerte de saludable “retirada”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.