Sexo y sentido del humor

25 Mar 2017
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Entre la lista de los rasgos deseables que las personas consignan respecto de una potencial pareja es frecuente que aparezca el sentido del humor: “que me haga reír”, “que nos diviertan las mismas cosas”, “que tenga la risa fácil”. Los investigadores sugieren que el sentido del humor habría surgido entre los seres humanos como una suerte de ornamento, una herramienta extra de seducción para hacernos sexualmente más atractivos y así aumentar nuestras chances de aparearnos y reproducirnos. Y no es de extrañar: la capacidad de hacer reír es de por sí bastante “encantadora” y se la considera, además, un signo inequívoco de inteligencia. Y elegir a alguien con esta cualidad intelectual –con estos genes- incrementaría, por añadidura, las posibilidades de transmitirla a nuestra descendencia, haciéndola más “apta”.

Quién hace reír

Al parecer existen diferencias entre los hombres y mujeres heterosexuales en cuanto a su receptividad al sentido del humor de una potencial pareja. Según diversos estudios al respecto, ellas se sienten atraídas sexualmente por aquel que las hace reír (descartando, desde luego, a quienes hacen bromas pesadas o de alguna manera desubicadas). Ocurre que un hombre divertido transmite seguridad en sí mismo (y esto tiene un efecto afrodisíaco).

Para ellos, en cambio, los dones humorísticos no siempre le suman puntos a una mujer… al menos no a nivel erótico. Pero sí los conmueven las que se ríen de sus chistes. Si bien se trata de una generalización, el dato sorprende como una expresión más del machismo imperante: el sentirse amenazados frente a una mujer inteligente y aguda, lleva a muchos a preferir una geisha pasiva que se limite a festejar sus ocurrencias.

Buen humor

Que las relaciones sexuales satisfactorias influyen en forma positiva sobre el estado de ánimo de una persona ha sido ampliamente demostrado. Ocurre que el orgasmo –además de resultar por sí mismo placentero- produce, como es sabido, la liberación de endorfinas. La descarga de estas potentes sustancias químicas con las que cuenta nuestro organismo, nos brinda una intensa sensación de bienestar, calmando los dolores y las ansiedades e, incluso, llegando a generar estados de euforia. La satisfacción sexual es, por otra parte, un buen refuerzo para la autoestima: el disfrute, la cercanía con el otro, el sabernos capaces de dar y recibir placer, nos hace sentir mejor con nosotros mismos. Y no es raro que este panorama interno nos predisponga al buen humor.

Por último, las personas que mantienen una actitud positiva y hasta saben reírse de sí mismas, suelen ser más creativas en la cama y con mayor capacidad de disfrutar del sexo (tanto como de otras cosas de la vida). Esta virtud también las hace menos proclives a las disfunciones sexuales. Es decir, menos vulnerables a que las contingencias diarias las preocupen demasiado, al punto de estresarlas y afectar su respuesta sexual. Por lo mismo, frente a una dificultad en este plano, poder desdramatizar lo ocurrido y hasta tomarlo con humor es un buen antídoto contra el temor y la ansiedad de fallar la próxima vez.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.