Influencia femenina

11 Mar 2017
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Hace unos días, miles de mujeres en todo el país y en distintos lugares del mundo marcharon una vez más para reclamar la igualdad de derechos y protestar contra la violencia de género, en las distintas formas en que esta se manifiesta. Una lucha que muestra su fuerza saliendo a la calle cada 8 de marzo, con una convocatoria multitudinaria que hace oír su voz mediante pancartas, cantos, bailes, gritos y diversas expresiones artísticas. Y a pesar de que este tipo de eventos tenga sus detractores (y sus detalles cuestionables), es indudable que son los que han posibilitado -junto al trabajo sostenido de las organizaciones- el reconocimiento de derechos básicos que durante siglos nos habían sido negados. Lamentablemente, en muchos casos esto es sólo en teoría, por lo que aún quedan varias reivindicaciones pendientes.

Y es que a muchos hombres -y a no pocas mujeres- les inquieta pensar, por ejemplo, en un modelo de relación de pareja donde el poder esté equitativamente distribuido. Al respecto John Gottman, el popular terapeuta norteamericano, comprobó, a través del estudio realizado durante años en más de cien parejas, un hecho más que elocuente: incluso en los primeros meses de convivencia, los hombres que permiten que sus mujeres influyan en ellos mantienen relaciones más satisfactorias y tienen menos posibilidades de divorciarse que los que se resisten a esta influencia.

Desde luego que no se trata de ceder el poder personal y dejar que otro -otra en este caso- dirija la propia vida (nadie debe hacer semejante cosa). Pero los estudios de Gottman y sus colaboradores señalaron que las parejas más felices y estables a largo plazo son aquellas en las que el hombre está dispuesto a compartir la toma de decisiones con su compañera. En una palabra, les termina yendo mejor a los que buscan alternativas y terrenos comunes para lograr acuerdos, que a los que insisten en hacer todo a su manera. Y es que una actitud de consenso fortalece la amistad en la pareja -algo fundamental- y posibilita la evolución del vínculo, al demostrar una mayor apertura en ellos a aprender de sus mujeres.

Cambios positivos

Si bien también nosotras podemos aprender mucho de los hombres, son varios los estudios que han demostrado lo beneficioso de la influencia femenina. En efecto, nuestra sola presencia en sus vidas parece empujarlos a ser más generosos, solidarios, abiertos y empáticos. Lo reveló otra investigación reciente de especialistas en la materia, orientada a estimar el impacto de la paternidad en los directores de más de 10.000 empresas danesas. Para ello se hizo un seguimiento de los sueldos que estos ofrecieron a sus empleados a lo largo de 10 años. Así descubrieron que la mayoría reducía los salarios a sus nuevos subordinados luego de ser padres: una reacción discutible sin dudas pero esperable en quienes, frente a semejante cambio vital, priorizan la seguridad de los suyos por sobre la de los demás. Pero afinando la punta al lápiz los investigadores detectaron algo interesante: había algunos matices, dados por el género del recién nacido. Si era un varón, el recorte salarial caía sobre los empleados hombres (no sobre las mujeres). En cambio, si era mujer, el jefe se ponía más generoso… y con todo su equipo, sin hacer distinciones. Es decir, todos se beneficiaban, más aún si la recién llegada al mundo era su primera hija.

Otro estudio hecho por la Universidad de Warwick y de York demostró que la capacidad de influencia de las mujeres alcanzaba también a las preferencias políticas masculinas. Así, al monitorear a 7.000 hombres a lo largo de más de 10 años, observaron que quienes tenían en su mayoría hijas votaban por candidatos progresistas, mientras que los que tenían varones elegían a los conservadores. Incluso advirtieron que algunos de los que habían votado siempre a los conservadores podían llegar a cruzarse de vereda luego de tener una hija. Al parecer, lo que los había conducido a replantearse sus convicciones era la preocupación por el futuro de sus hijas: querían asegurarse la presencia de un Estado que las protegiera y fuera capaz de defender sus derechos.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.