Prácticas sexuales

14 Ene 2017
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El Libro de los Muertos

La revolución sexual de los sesenta, el movimiento de liberación femenina, el surgimiento de la sexología como disciplina científica y la educación sexual como parte de la enseñanza escolar –por nombrar sólo algunos ejemplos- no han logrado que todos podamos sentirnos verdaderamente cómodos con las diversas modalidades de la vida sexual. Como es evidente, las inhibiciones, la culpa, la vergüenza, los temores y la ansiedad todavía acechan y condicionan algunas de nuestras experiencias.

Por lo mismo no es extraño, por ejemplo, que la estimulación oral de los genitales esté rodeada del estigma de lo repugnante, vergonzoso e impropio. Si hasta hace algunas décadas era común que los hombres buscaran interacciones de este tipo con prostitutas, por considerarlas indignas de la madre o futura madre de sus hijos.

Zonas prohibidas

La idea de que en un encuentro erótico hay partes del cuerpo que no deben ser besadas no deja de ser arbitraria, pero lo cierto es que existen personas de todas las edades que adscriben a esta concepción, de manera más o menos conciente. Y no es extraño: fuertes represiones y prejuicios morales y religiosos han ejercido su poder durante siglos (condenando toda práctica diferente al coito vaginal). Erradicarlos no es, desde luego, una tarea sencilla. 

Una de las primeras falacias que tenemos que vencer respecto de este tema es la de considerar que los órganos genitales son, de por sí, “sucios”. Por otra parte está demostrado clínicamente que la adquisición de infecciones por vía oral-genital es menos frecuente que por vía pene-vagina. Y la boca, a la que suele besarse sin tantas consideraciones, no está libre de transmitir otras enfermedades.

El Libro de los Muertos

Probablemente el primer registro al respecto se encuentra en el “Libro de los Muertos”, antiguo manual egipcio que instruye sobre cómo enterrar a los difuntos para ayudarlos en su pasaje a la otra vida. Una de sus ilustraciones muestra a la diosa Isis ejerciendo una “fellatio” sobre el momificado Osiris para arrancarlo de la muerte. Según la leyenda, el dios Osiris fue despedazado por su hermano, quien arrojó los catorce trozos al río. Su hermana recuperó gran parte del cuerpo y logró reconstruirlo, pero el pene se extravió y tuvo que ser reemplazado por uno de oro. Un dios chacal sostiene al muerto mientras Isis le aplica la desesperada maniobra que termina por insuflarle vida a ese cuerpo rígido y naturalmente impasible.

El Kama Sutra, como es de esperar, dedica un capítulo a este arte, que recibe el nombre de auparishtaka o “reunión oral”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.