Un proyecto

Cuando una pareja consulta a un terapeuta buscando ayuda existen dos temas claves en los que el profesional tiene que prestar especial atención. De otro modo es muy difícil estimar la viabilidad de una terapia de estas características y también su pronóstico. En primer lugar, es necesario considerar algo tan esencial como que exista amor entre esas dos personas: ¿se quieren? Desde luego, no es una evaluación que le corresponde hacer al psicólogo y tampoco está siempre tan claro entre los propios pacientes. En esta instancia, suelen estar habitados por tal mezcla de sentimientos -respecto de su compañero/a y de la historia de la pareja- que les resulta difícil establecerlo.

No menos importante que el afecto es la presencia de un proyecto -o más de uno- en común. ¿Qué queremos lograr estando juntos? ¿Hacia dónde vamos? Estas preguntas tienen que ver con lo que el experto en parejas John Gottman llamó “crear un sentido de trascendencia”. Es decir, una co-creación: la de una vida significativa, con mayúsculas, orientada a la manera nuestra y más allá de lo cotidiano. Una comunidad de intereses que incluya los sueños, ideales y valores de ambos. Y que sea lo suficientemente flexible como para cambiar según lo requiera la evolución de cada uno y del vínculo.

Para algunos la formación de una familia -que no es poco- es el gran proyecto compartido. De hecho hasta hace un tiempo casi no cabía otra posibilidad. Pero para otros la brújula señala más de un destino. Un logro profesional, un emprendimiento en común de servicio a la comunidad, una casa en el campo, un desafío deportivo, un viaje a la India. Las posibilidades son infinitas, siempre susceptibles de ser revisadas y actualizadas.

De manera que, pasada la estridencia de las fiestas, no es mala idea aprovechar alguno de esos saludables silencios que nos ofrece el mes de enero para reflexionar sobre estas preguntas que apuntan al sentido de la vida... Y de la vida en común.