La hora del brindis

11 Dic 2016
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La hora del brindis

En esta época se multiplican las reuniones para despedir el año: amigos, compañeros de trabajo y otros grupos arman “juntadas” de todo tipo. Tanto es así que más de uno tiene que renunciar a alguna convocatoria que se le superpone con otra en la apretada agenda de diciembre. Por supuesto, en ninguno de estos encuentros suele faltar el alcohol. Se descorchan vinos y champagnes y se aprovechan los “happy hour” que ofrecen los bares, para así duplicar las cervezas, los tragos y reiterar los consabidos brindis cargados de buenos augurios para el próximo año.

La paradoja del alcohol

Aunque las vivencias subjetivas lo describan como “estimulante”, el alcohol es, como se sabe, un poderoso depresor del sistema nervioso central. Como tal, lo que hace es interferir con los receptores de ciertos neurotransmisores, provocando una inhibición generalizada de la excitabilidad neuronal. En una palabra, el alcohol hace que el cerebro y sus funciones se lentifiquen.

La disminución de la actividad cerebral reduce el autocontrol: es el efecto que la mayoría de las personas buscan cuando beben (aunque no todas lo reconozcan o sean concientes de ello). Así, una sensación de estar más relajados, distendidos, seguros y locuaces nos invade, casi siempre, después de un par de copas. Por lo mismo no es raro que con este paisaje interno nos sintamos especialmente erotizados y con ganas de buscar el contacto físico con quien nos atrae.

De manera que, si cuando bebemos alcohol nos sentimos con un mayor deseo sexual, no es por estar más excitados a nivel genital o neuroquímico, sino por estar mentalmente deshinibidos. Paradójicamente la respuesta fisiológica de excitación se ve reducida bajo los efectos etílicos. Al respecto, se han hecho estudios comprobando que el flujo sanguíneo en los genitales disminuye significativamente cuando se ha tomado alcohol (recordemos que la excitación sexual tiene que ver, principalmente, con un aumento de la vasocongestión). Es decir que, si bien es cierto que al tomar alcohol la sensación subjetiva es la de estar más excitados, el organismo lo está menos (hasta la lubricación vaginal disminuye). De ahí la dificultad que muchos hombres y mujeres experimentan para alcanzar el orgasmo cuando están alcoholizados, no importa cuán “calientes” se sientan.

Desde luego que el contexto en que se bebe es importante y no todas las personas reaccionan igual, pero este efecto paradójico del alcohol ha sido ampliamente demostrado.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.