Gloriosos segundos

30 Oct 2016
1

Gloriosos segundos

La búsqueda del orgasmo ha sido uno de los móviles más acuciantes del comportamiento humano a lo largo de la historia. Este insaciable deseo ha sido fuente de inspiración para la poesía, las novelas, la música, el teatro, el cine, la arquitectura y el arte en general. La urgencia por esos gloriosos y breves segundos ha formado y destruido matrimonios y dinastías, y ha ocasionado también perjuicios en la salud, a través de la transmisión de enfermedades e infecciones. Si hasta gente “inesperada” ha venido al mundo por culpa de este anhelo universal.

Sin embargo -como plantea Jonathan Margolis en su libro O: la historia íntima del orgasmo-: “en términos objetivos, no importa cuán grande, poderoso y asombroso parezca, cuán excitante y apasionado resulte el período previo, y cuán cálido y satisfactorio sea el valioso ‘después’, tanto el orgasmo masculino como el femenino son, de hecho, un suceso relativamente menor”.

En efecto, incluso cuando las personas practican el sexo en forma frecuente y regular, la capacidad de lograr un orgasmo como mecanismo de vida duradera, casi no alcanza el mismo nivel de, por ejemplo, la digestión o la visión. Y es que en buena medida el clímax es, desde el punto de vista físico, poco más que un éxito aislado. Hagamos cuentas: considerando que dura en promedio diez segundos y si calculamos una frecuencia media de dos actos sexuales semanales… la mayoría de los seres humanos experimentan sólo veinte segundos de orgasmo por semana, poco más de un minuto por mes, es decir, un total de unos quince o dieciséis minutos de éxtasis por año.

Y si, con cierto optimismo, estimamos una vida sexual activa de alrededor de cincuenta años, diremos que los seres humanos disfrutamos de algo así como trece horas de orgasmo en la vida. Veinte o treinta para los precoces, los veteranos apasionados y/o los que se masturban con frecuencia. De ahí que Margolis ironiza: “Incluso treinta horas de placer resultan muy poco a cambio de todo el esfuerzo realizado, si calculamos el tiempo que pasamos pensando, preocupándonos, preparándonos y analizando el sexo y nuestro rendimiento”.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.