La unión sexual

22 Oct 2016
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La unión sexual

Uno de los libros más vendidos en el mundo sigue siendo el Kamasutra. Y no es para menos. Este antiguo tratado hindú es ícono del erotismo mundano y religioso a la vez. Y constituye, además de una muy completa enciclopedia sobre el sexo y el amor, una verdadera y curiosa obra de arte, de innegable valor literario y poético. 

El texto original en sánscrito fue escrito alrededor del 500 d.C., por Vatsyayana Mallanaga, un religioso de quien poco se sabe. Se cree que obtuvo sus primeras impresiones sobre el sexo en la infancia, en un prostíbulo donde trabajaba su tía. La compilación de estos valiosos conocimientos fue realizada por el célibe Vatsyayana, probablemente en Benarés, cuando se hallaba “totalmente absorbido en la contemplación de la divinidad”. 

Un fragmento que vale la pena recordar integra el capítulo dedicado a “la unión sexual”; más específicamente a “la manera de comenzar y acabar el coito”: “En la cámara de placer, decorada de flores y embalsamada de perfumes, el ciudadano, en compañía de sus amigos y sirvientes, recibirá a la mujer, que acudirá bañada y engalanada, y él la invitará a refrescarse y a beber libremente. La hará enseguida sentar a su izquierda; después, tomando su cabellera y tocando la extremidad y el nudo de su vestido, la abrazará delicadamente con su brazo derecho. Se entregarán entonces a una grata conversación sobre varios asuntos, y podrán así hablar, con palabras veladas, de cosas que se consideren como poco decentes en sociedad”. Sin duda, toda una estrategia de seducción, que no tarda en producir sus efectos sobre el ánimo femenino. Así, “cuando ella no pueda más de amor y de deseo, el ciudadano despedirá a los visitantes que estén alrededor de él… tal es el comienzo de la unión sexual”.

¿Y después? Vatsyayana manifiesta que, “acabado el coito, los amantes, con modestia y sin mirarse el uno al otro, se irán separadamente al tocador. En seguida, sentados en sus respectivos puestos, comerán algunas hojas de betel, y el ciudadano aplicará con su propia mano al cuerpo de ella un ungüento de sándalo puro, o de cualquiera otra esencia. Entonces, la abrazará con su brazo izquierdo y, con frases amables, la hará beber en una copa que tendrá él en propia mano, o le dará agua”. 

El sabio hindú termina esta parte describiendo una escena de lo más romántica: “Los amantes pueden sentarse en la terraza, para gozar allí del claro de luna y entregarse a una agradable charla. En este momento también, estando la mujer recostada sobres sus rodillas, con la cara vuelta hacia la luna, el enamorado le mostrará los diferentes planetas, la estrella de la mañana, la polar y los siete Rishis u Osa Mayor”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.