Infidelidad femenina

27 Ago 2016
1

Infidelidad femenina

Que “los hombres son más infieles que las mujeres” es ya un mito, una errónea creencia popular. Así lo desmienten, desde hace bastante tiempo, numerosas investigaciones, encuestas y estudios confiables. En efecto, a partir de la revolución sexual de los 60, con la aparición de la píldora anticonceptiva -y con todos los cambios que ella implicó-, las estadísticas sobre estas conductas en hombres y mujeres se han ido, progresivamente, emparejando.

Al respecto, la famosa sexóloga canadiense Sue Johanson se refiere en su libro “Sexo pleno” a las posibles causas de la infidelidad femenina. Por un lado, las mujeres han elevado sus expectativas de lo que quieren de una relación amorosa y, cuando estas no se cumplen, más de una intentará alcanzarlas fuera de la pareja. Obviamente, las oportunidades de conocer otros hombres “nuevos e interesantes” han aumentado, en virtud de la definitiva inserción de la mujer en todos los ámbitos laborales. Una situación que las ha empoderado con una mayor independencia económica; de manera que la perspectiva de quedarse sin el apoyo financiero del marido ya no representa –al menos para un buen número de mujeres- el fantasma de otros tiempos.

El romanticismo perdido es otra de las razones que lleva a las mujeres a mantener relaciones fuera de la pareja: las consecuencias no deseadas de la convivencia, atentan contra la pasión y dificultan recrear la magia de los comienzos. Y no todas pueden lidiar con esta cuestión: son las nostálgicas que buscan -de forma más o menos conciente- recuperar esas emociones enredándose con un amante.

Como es sabido, el ego es el responsable de gran parte de nuestras conductas: muchas infieles sólo intentan probarse a sí mismas que siguen siendo atractivas, que pueden conseguir un hombre. Algunas también lo hacen como una represalia, para vengarse o castigar a su pareja por haber incurrido en una conducta similar.

Con frecuencia la infidelidad femenina –como la masculina- es tan sólo un síntoma que revela una situación más compleja, respecto de un vínculo que no está funcionando bien y que en consecuencia resulta insatisfactorio en aspectos importantes. Otras veces se trata simplemente de un error en la vida, una debilidad en un momento particular, sin antecedentes ni peligro de reincidencia. Algunas tienen curiosidad y quieren probar el sexo de una manera nueva y diferente. Están también las que se ven atraídas por el riesgo, y quieren ver hasta dónde pueden salirse con la suya.

Johanson plantea que no pocas mujeres tienen estos deslices como una suerte de rebelión, frente a parejas muy controladoras. Y no es infrecuente que la soledad y los sentimientos de abandono conduzcan a que una mujer busque escucha, reconocimiento y validación en otro hombre.

Aunque parezca descabellado, hay una corriente de especialistas que sugiere que mantener una relación extrapareja –desde luego, no una que se vuelva demasiado estable ni que involucre sentimientos profundos- puede tener ciertos efectos positivos a largo plazo. El cónyuge puede empezar a verse bajo una buena luz al ser comparado con un amante inestable y voluble. Y, a su vez, quien engaña puede sentirse culpable y decidir reformarse, poniendo más energía en la pareja para hacer que funcione. Aunque este escenario suele requerir de una ayuda extra: la terapia de pareja. Y una condición esencial: que se interrumpa todo contacto con el/la amante.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.