Animales y sexo

14 May 2016
1

Con frecuencia se relaciona el sexo con lo animal: “chanchos” y “chanchadas”, “fieras”, “tigres”, “gatos”… son sólo algunos ejemplos de toda la fauna que aparece cuando el lenguaje popular se refiere a lo erótico. Y no son casuales estas metáforas: nuestro comportamiento sexual es de lo menos creativo si lo comparamos con la diversidad que se observa en el reino animal.

Algunos de sus exponentes, por ejemplo, como salidos de una película futurista, han evolucionado hasta prescindir del clásico apareamiento y se reproducen gracias a procesos de clonación. Otros tienen más de un sexo: es el caso del paramecio, organismo unicelular, que se desarrolla y transforma hasta tener ocho tipos de sexo. Ciertas especies de arrecife -verdaderos transgresores- pueden cambiar su identidad sexual a gusto y piacere, según lo demande la situación. Las arañas -perversas, si las hay- combinan el sexo con el canibalismo.

Por otra parte, ni la mujer más ardiente se compararía con algunas monas, que llegan a aparearse más de diez veces por día. Cuando andan en grupo, los patos son realmente crueles: asaltan a una sola hembra y hacen de las suyas… la pobre pata por lo general termina muriendo ahogada.

Si hablamos de “tamaños”, la ballena azul se reiría del mejor dotado de nuestros machos: su órgano mide unos tres metros de largo y unos treinta centímetros de diámetro. Los rinocerontes son más modestos: alrededor de sesenta centímetros (pero llegan a eyacular hasta diez veces en menos de media hora).

Si bien estamos acostumbrados a pensar en los espermatozoides como numerosos y pequeños, un buen número de criaturas produce células espermáticas gigantes. Es el caso del ciempiés, que elabora una tan larga como su propio cuerpo, y algunas especies de escarabajos, que generan unas aun mayores que sí mismos, las cuales permanecen enrolladas en la parte ventral del animal.

Ciertos insectos tienen penes con formas fuera de lo común: el de las libélulas se parece a una excavadora, por lo que les permite iniciar el apareamiento con la limpieza de cualquier resto de semen que pueda haber en el interior de la hembra. Las tijeretas, entre otros, poseen un segundo pene, que funciona como repuesto. Y el miembro curvo que a algunos humanos les disgusta, es una bendición para los monos, porque les permite copular colgados.

Un consuelo para los eyaculadores precoces lo encontramos en los mosquitos: no le dedican al asunto más de dos segundos. La serpiente cascabel, en cambio, es una amante admirable, capaz de pasarse horas y hasta días haciéndolo.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.