Sexo y tantra

09 Abr 2016
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Sexo y tantra

El tantra constituye una filosofía de vida originada en Oriente hace alrededor de 4.000 años. En la base de esta doctrina -que presenta variantes en el budismo, el hinduismo y otras tradiciones espirituales- se encuentra la creencia de que todo lo que hacemos es -o puede ser- una forma de meditación, de celebración, de oración, de conexión con la trascendencia. En una palabra: en el tantra, todo es sagrado. Y esta concepción no excluye, desde luego, lo sexual.

A diferencia de aquellos sistemas religiosos que no pocas veces han fomentado la percepción del sexo como “lo más bajo” del hombre y como causa de su alejamiento de Dios, las enseñanzas tántricas postulan todo lo contrario. El acto sexual es una expresión divina, iniciática, y nos convoca a ejercerlo con la actitud de quien se entrega a un rito sagrado (de allí que el arte erótico esté presente en numerosos templos hindúes).

Yin y yang

El tantra, al igual que otras filosofías orientales, sostiene que el universo y todo lo que existe en él está habitado por una energía secreta que emana de lo más profundo de todos lo seres. Energía que, aunque es única en esencia, se manifiesta de tres maneras distintas: estática o receptiva (el principio femenino), dinámica (el principio masculino), y la unión de ambos. La polaridad de lo masculino y lo femenino se refleja en los principios universales de yin y yang. El primero representa la energía femenina, intuitiva, receptiva y de entrega de la luna; mientras que el segundo simboliza la energía masculina, dinámica, impulsora e iniciadora del sol. Juntos, en armoniosa unión, componen la totalidad. Cada persona posee ambos aspectos dentro de sí misma (ánima y ánimus diría Jung). Y desde esta perspectiva, el sexo expresaría el anhelo por llegar a ser completos, por armonizar estas fuerzas internas.

Los chakras

En el tantra, las relaciones sexuales -al igual que toda experiencia humana- pueden describirse en términos de cambios corporales, los cuales se emplean para guiar las energías a través del cuerpo y así permitirnos la apertura a la experiencia de lo divino. En la India y en China, estos cambios fueron identificados y descriptos a lo largo de los siglos por diferentes maestros espirituales, mediante un sistema de siete centros energéticos, denominados “chakras” (una palabra sánscrita que significa “rueda”). Los chakras son como órganos sensoriales psíquicos que contienen e irradian energía y se extienden en línea vertical desde la base de la columna vertebral hasta la parte superior de la cabeza.

Según los textos sagrados del tantra, la energía vital, denominada “kundalini” (que en sánscrito significa “poder de la serpiente”), yace en el chakra inferior, enroscada como una serpiente durante nuestro estado de conciencia normal. El sexo –al igual que otras prácticas- puede ser una manera de modificar nuestro estado físico, psicológico, mental y energético, de manera que la kundalini se eleve hacia los chakras superiores, permitiéndonos contemplar la vida de una manera extraordinaria.

Así, los amantes pueden aprender a transformar el mero acto físico sexual, en una experiencia espiritual, curativa y revivificante. De disolución de las fronteras del ego, de entrega y rendición. En suma, de unidad con el otro, de fusión con el universo y con Dios.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.