Detrás de todo gran hombre...

02 Ene 2016
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MAITENA

Los estereotipos de género son aquellas ideas simplificadoras, y por lo tanto erróneas, que se pronuncian de manera categórica acerca de los rasgos, conductas y actitudes que definen a varones y mujeres. Algunos de ellos se encuentran tan arraigados en el imaginario colectivo que se repiten una y otra vez como verdaderas máximas, en forma de refranes populares: “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer” constituye un buen ejemplo.

La sexóloga argentina María Luisa Lerer se refiere a este y otros supuestos en su siempre vigente libro “Sexualidad femenina. Mitos, realidades y el sentido de ser mujer”. Expresa hasta qué punto nuestra cultura valora el hecho de que una mujer “desde las sombras” apuntale al varón, lo aliente, lo inspire, lo cuide, le allane todas las dificultades en pos de promover sus triunfos. Eso sí, sacrificando su propia realización, negándose al cumplimiento de sus sueños y ambiciones personales. En suma, abortando su vocación. 

Lamentablemente más de una, al servicio del “gran varón” -y de los hijos que tendrá con él- “tomará esta amputación como algo normal y natural”. Tal es así que esta actitud vital es considerada por muchos como un rasgo de femineidad. Por eso hasta el día de hoy no es extraño escuchar conversaciones donde se exalte la modestia, la humildad y la discreción de una mujer que nunca quiso pasar a primer plano porque abandonó todo al casarse para dedicarse a apoyar al marido. Como una suerte de tácito acuerdo donde se decidió que sólo una de las partes estaría autorizada a perseguir el desarrollo profesional.

Esto no quita, desde luego, que un gran número de mujeres sienta que su vocación se realiza y del modo más pleno en su rol de madres y esposas. Sin embargo, todos sabemos que -hoy más que nunca- una vida circunscripta sólo a estos ámbitos puede generar a la larga malestar, vacío y frustración. 

Por suerte, y como se ha dicho tantas veces, nunca es demasiado tarde para cambiar, aún aquellas costumbres que llevan mucho tiempo o, incluso, toda una vida. Y el comienzo de un nuevo año resulta, precisamente, un momento más que auspicioso para hacerle lugar a estas reflexiones. Al respecto, la humorista Maitena -foto-, en un prólogo de sus “Mujeres alteradas”, se refiere con perspicacia a la sorprendente capacidad de cambio de las mujeres: “la que veía siete telenovelas, de pronto se inscribe en siete cursos”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.