Expresiones de deseos

26 Dic 2015
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“Felicidades”, “con los mejores deseos”, “bendiciones”, “prosperidad”, “amor y paz”, “buenos augurios”… durante el último mes del año intercambiamos estas y otras expresiones de afecto, cercanía y buenas intenciones con el prójimo: pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y hasta con quienes apenas conocemos. Como si nos diéramos permiso para expandir nuestras demostraciones de cariño, impregnados del espíritu festivo de estas celebraciones.

Aunque algunos podrían pensar que se trata de manifestaciones mecánicas, lugares comunes característicos del final de cada año, no hay que minimizar el poder favorable de estas expresiones positivas. Por eso, ¿no sería bueno incorporar este hábito saludable y practicarlo de manera genuina más allá del mes de diciembre?

Reciprocidad

Se han realizado numerosas investigaciones -todas coincidentes- sobre el fenómeno de la reciprocidad: al parecer, las personas tendemos a pensar favorablemente y a sentirnos más a gusto con aquellas otras que nos alaban, y no así con las que nos critican. Incluso se ha comprobado que, aun cuando los elogios se alejen un poco de la realidad, su efecto es tan positivo que la persona que los recibe suele adaptar su propia imagen a esta nueva información que ha recibido de sí misma, como una manera de convencerse de que lo que se dice de ella es cierto. 

Si bien no es cuestión de andar repartiendo mentiras, tampoco es necesario que las connotaciones positivas lleven la precisión al extremo. Es más: las personas esperan ser apreciadas por cualidades que desean tener, las tengan o no. Así, se puede destacar la inteligencia de una persona guapa, o el atractivo de una de mediana belleza.

En las relaciones románticas, la reciprocidad constituye un aspecto psicológico clave para incrementar o mantener pasión: cuando una persona demuestra su atracción por otra, es más fácil que en esta última se despierte también el deseo.

Ganancia

Se ha estudiado que, si ese que nos gusta se comporta al principio de manera distante, hostil o indiferente, y luego cambia de actitud, nos sentiremos más atraídos por él que si hubiera sido atento y complaciente con nosotros desde un principio. Este efecto, conocido como “fenómeno de ganancia”, explica en parte porqué el desdén inicial hace que la alabanza posterior sea difícil interpretarla como exagerada o como algo que acostumbra a hacer esa persona con todos. Se trata de una versión de la reciprocidad especialmente efectiva en aquellos que tienen una baja autoestima y que, por lo mismo, tienen una mayor resistencia a dar crédito a las palabras de quienes los elogian.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.