28 Nov 2015
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Los seres humanos, así como los animales, emitimos señales de cortejo al momento de encontrarnos con potenciales compañeros/as sexuales. Se trata de manifestaciones que escapan a nuestro control voluntario y que revelan, de manera no verbal, que estamos interesados en la otra persona.

La psicóloga estadounidense Monica Moore ha estudiado concienzudamente este fenómeno desde los años ochenta. Un aporte sumamente valioso, sin duda, aunque restringido a los intercambios heterosexuales. Estableció una lista de más de cincuenta actos no verbales que denotan interés sexual. En el caso de las mujeres, pasarse la mano por el pelo, poner un mechón detrás de la oreja, ladear la cabeza, adoptar una expresión de timidez, tocarse el cuello, llevar la pelvis ligeramente hacia adelante, humedecerse los labios con la lengua, pedir ayuda, entre muchos otros.

Los hombres, por su parte, se inclinan hacia la mujer cuando le hablan, gesticulan más de la cuenta y exageran sus movimientos de brazos y piernas. Mueven su cuerpo en una especie de balanceo, se ríen más fuerte y se muestran territoriales respecto de quien les interesa, impidiendo corporalmente que otros competidores se acerquen demasiado. Incluso, se las arreglan para limitar el campo visual de la mujer.

En todos los casos, hundir la panza, mantener la espalda recta y acomodarse la ropa son señales auspiciosas. Aunque obviamente las más icónicas son el mirar fijo a los ojos y sonreír.

Contrario a la antigua creencia que postula la pasividad de la mujer en estos primeros encuentros, Moore comprobó que casi siempre son ellas quienes impulsan el acercamiento masculino a través, justamente, de conductas no verbales. Otra conclusión notable fue que los hombres muestran más interés por las mujeres que emiten mayor cantidad de las referidas señales, y no por las que en principio les parecen deslumbrantes.

La destreza para decodificar correctamente los signos no verbales de atracción o rechazo constituye, además de una habilidad social, buena parte del secreto del éxito a la hora de seducir.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.