Infecciones de transmisión sexual

26 Sep 2015
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La existencia de enfermedades transmitidas por contacto sexual era conocida ya por los antiguos romanos. Durante mucho tiempo, a la mayoría de ellas se las consideró de manera conjunta bajo la denominación de “lepra”. Pero una de las primeras en ser diferenciada y bautizada con su propio nombre fue la sífilis. Aunque este mal se lo ha atribuido a los españoles -que en el siglo XV regresaron a Europa desde el Nuevo Mundo- su origen es incierto. Se piensa que quizá se trate de una mutación virulenta de alguna forma no infecciosa expandida por los soldados que recorrían el continente. La enfermedad fue así llamada por un campesino griego que aparecía en un poema escrito en 1521: el infortunado Sífilis provocaba la ira de Apolo y éste lo castigaba cubriendo su cuerpo con úlceras. Más tarde, el dios Mercurio se las curaba: un dato curioso dado que, precisamente, el mercurio fue empleado desde el siglo XIV para tratar las afecciones cutáneas.

Abajo los mitos

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son producidas por más de treinta diferentes tipos de virus, bacterias y parásitos. Las más frecuentes son: la sífilis, la gonorrea, la clamidia, el herpes, las hepatitis B y C, el VIH y el Virus de Papiloma Humano (VPH). Casi todas estas infecciones son tratables, y muchas de ellas –y con mayor eficacia a medida que se producen los avances científicos correspondientes- resultan curables. Pero si no se tratan pueden producir, de acuerdo al tipo de infección, una variedad de problemas de salud: dolor crónico en la pelvis, problemas neurológicos, cierto tipo de cáncer, aumento de las posibilidades de adquirir VIH, infertilidad, predisposición o mayor riesgo de tener embarazos ectópicos, contagio al bebé durante el embarazo, el parto o el amamantamiento, entre otros. 

Las ITS se transmiten de una persona a otra durante una relación sexual vaginal, anal u oral. Lo hacen a través de la sangre, el semen, el líquido preseminal o el fluido vaginal. A veces, la penetración ocasiona pequeñas lesiones en el interior de la vagina o el canal anal que pueden ser la puerta de entrada para una ITS. Las heridas o infecciones en la boca -llagas, herpes, aftas- aumentan la posibilidad de una infección.

Al revés de lo que sugieren numerosas creencias y prejuicios, las ITS afectan a todas las personas: hombres y mujeres, cualquiera sea su edad, estado civil y orientación sexual. El contagio es factible que se produzca, incluso, durante la primera relación sexual.

En consecuencia, es un hecho que cualquiera está expuesto a contraer una ITS, desde el comienzo de su vida sexual activa.

Síntomas y prevención

Las ITS pueden no mostrar síntomas, y sólo detectarse con un examen médico. Sin embargo, existen ciertas señales físicas que deben tenerse en cuenta, y motivar una rápida consulta a un profesional de la salud: cualquier lastimadura en la zona genital (duela o no), secreciones de pus en los genitales –vagina y pene- o en el ano, ardor al orinar, flujo genital u anal diferente al habitual, dolor en la parte baja del abdomen, lesiones en la boca o manchas en la piel, verrugas genitales.

La mayoría de estas infecciones pueden prevenirse usando preservativo (masculino o femenino) o campo de látex desde el comienzo de la relación sexual. El campo de látex es un método de barrera para ser utilizado en las relaciones sexuales orales, para cubrir la zona que tendrá contacto con la boca. Puede confeccionarse con un preservativo: se desenrolla, se corta el borde superior y la punta, y luego se hace un corte a lo largo del mismo, de manera que quede formado un rectángulo de látex. También es posible fabricar uno con papel film (del que se utiliza en la cocina).

Otro aspecto preventivo a tener en cuenta tiene que ver con el uso de lubricantes: son convenientes los geles a base de agua y no a base de grasa o aceite (como la crema corporal, la vaselina o el aceite de cocina), porque dañan el látex del preservativo y hacen que pueda romperse. Por otra parte, respecto de los juguetes eróticos, es recomendable que sean utilizados con preservativo si van a compartirse con otra persona.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.