El “viagra” femenino

05 Sep 2015
1

Hace algunos días, una noticia sorprendió al mundo: la Agencia de Drogas y Alimentos (FDA) de Estados Unidos, aprobó un nuevo fármaco destinado específicamente al tratamiento de los trastornos del deseo sexual femenino. La novedad produjo mucho revuelo, no sólo porque esta problemática es una de las principales causas de insatisfacción sexual –y, en consecuencia, motivo de gran parte de las consultas sexológicas- sino también porque la “flibanserina” –su nombre genérico- ha conseguido esta legitimación después de dos rechazos de la FDA y de mucha controversia. Tanto, que mientras algunos hablan del “mayor avance en la salud sexual de la mujer desde la píldora anticonceptiva”, otros adjudican este lanzamiento lisa y llanamente a “una mezcla de política, ciencia y dinero”.

Así como el sildenafil nació de una búsqueda fallida para el tratamiento de la angina de pecho, la flibanserina originalmente pretendió, sin éxito, funcionar como un antidepresivo. Esta analogía histórica es quizás la única entre estas dos sustancias, por lo que hablar de “viagra femenino” obedece en realidad a una estrategia publicitaria, marquetinera, ya que ambas drogas tienen características bien diferentes. Empezando porque deseo femenino y erección no son equivalentes.

Pero ¿cuál es su mecanismo de acción? Al parecer, produce una alteración en los niveles de secreción de dos sustancias químicas del cerebro: la dopamina y la serotonina, las cuales se vinculan con el estado de ánimo, el apetito y la saciedad. Sin embargo, son varios los expertos que se mantienen escépticos acerca de los beneficios efectivos de estos cambios a nivel de neurotransmisores sobre el deseo sexual. Tampoco colaboran en este sentido los efectos adversos que se reportan: mareos, fatiga, náuseas. Ni que el prospecto advierta, además, sobre la posibilidad de hipotensión pronunciada y desmayos a causa de interacciones con otros medicamentos o con alcohol.

El laboratorio norteamericano Sprout planea poner a la venta el descubrimiento en octubre, bajo el nombre comercial “Addyi” (aún no hay noticias de su aterrizaje en nuestro país).

A pesar de tanta la propaganda y del auge de las neurociencias, la “pastilla rosa” sigue generando recelo y sospecha entre los profesionales. No es raro: de todas las fases de la respuesta sexual –deseo, excitación, orgasmo y resolución- la primera es la menos objetivable y, en consecuencia, la más difícil de encuadrar y abordar desde un punto de vista meramente biológico.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.