Un nuevo comienzo

29 Ago 2015
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www.upsocl.com

Una “primera vez”, en casi todos los órdenes, genera ansiedad, temor, expectativa. La iniciación sexual es, sin duda, uno de los ejemplos que más ilustran la particular mezcla de emociones que experimentan aquellos que se adentran en terreno desconocido. Pero esto no sólo es válido en lo que respecta al debut sexual propiamente dicho, sino también cuando se trata del primer encuentro con una persona nueva luego de haber pasado muchos años en pareja. Es el caso de los/as recién separados/as o de los viudos/as -que fueron fieles mientras duró ese vínculo- y que tarde o temprano se enfrentan a la posibilidad –y al deseo- de concretar una relación sexual con alguien diferente.

Una persona que ha tenido un compañero sexual exclusivo durante años y que de pronto entra en el “mercado” de los disponibles bien puede considerarse, en cierta manera, virgen. Acostarse con otro después de tanto tiempo –un nuevo cuerpo, nuevos estímulos, otra secuencia- se parece de algún modo a volver a perder la virginidad.

Por eso, no es extraño sentir una inquietud comparable a la de aquella primera vez. Quizás lo más saludable sea entonces reconocerlo. Aquí, como en otras situaciones, ser sincero puede resultar liberador y hasta relajante. Además, no hay que olvidar que la otra parte muchas veces carga con la ansiedad de sentirse examinado, comparado con el antiguo amante.

Como en todo comienzo, es de esperar que las cosas no funcionen maravillosamente. Los nervios suelen volver a las personas torpes y atolondradas. Y si la mente está demasiado alerta, o pendiente del proceso y los detalles –algún rasgo físico que acompleja, por ejemplo- se torna muy difícil la conexión con el placer, el abandonarse a la experiencia. Por eso, con frecuencia en estos casos a las mujeres les cuesta excitarse y/o llegar al clímax; los hombres pueden tener problemas en su erección y es común que terminen antes de lo que quisieran.

Una actitud saludable es tomarse la situación con humor. Incluso a veces habrá que admitir que el encuentro dejó bastante que desear, que los nervios patearon en contra. Lo cual no significa, por supuesto, que las personas sean incompatibles, sino más bien que necesitan menos tensión y, desde luego, más práctica. Hasta el propio cerebro requiere algún tiempo para aprender a registrar y responder a los nuevos estímulos sexuales, que provienen de un partener diferente al que venía acostumbrado.

Por último, no hay que alarmarse si después de la sesión sobreviene la tristeza o la melancolía. Para algunas personas –sobre todo para las mujeres- dormir con alguien nuevo marca el verdadero fin de la relación anterior. Esta certeza puede reactivar el duelo por un pasado significativo, que es necesario dejar atrás.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.