18 Jul 2015
1

zimtom.weebly.com

¿Por qué algunas personas se sienten fatalmente atraídas por quienes despiertan en ellas el temor al abandono? ¿Por qué a veces el deseo insiste en aquello que resulta inaccesible? La tendencia a la obsesión, el control y los celos en las relaciones amorosas, ¿cómo se explican? ¿Cuál es el motivo de la “frialdad” de muchos hombres y mujeres con sus parejas?

Uno de los mapas que pueden orientarnos respecto de estas cuestiones es la llamada “teoría del apego”, formulada por el psicoanalista inglés John Bowlby (foto) (de la cual se desprende toda la corriente de la “crianza con apego”, que tantos impulsores tiene en nuestros días). Esta teoría subraya la importancia en el desarrollo emocional del niño del “tipo de apego” –es decir, de dinámica vincular- que establece con quien lo cuida durante sus primeros años de vida. Una dinámica que está definida principalmente por cuán receptivo es ese adulto en su forma de interactuar.

Numerosos estudios comprobaron que la clase de apego desarrollada en la infancia guarda una relación muy estrecha con el estilo de enamoramiento adulto. No es extraño: solemos sentirnos atraídos por lo que nos resulta familiar, aún cuando estemos convencidos de que queremos lo contrario. Tendemos, como es sabido, a reproducir modelos: elegir parejas que se relacionan con nosotros del mismo modo en que lo hacían nuestros padres. 

Con una historia de progenitores responsables y cariñosos, el tipo de apego “seguro” –o “sólido”- se observa en aquellos adultos capaces de tener vínculos duraderos basados en la confianza y en la amistad. Se trata de personas que promueven la intimidad, el intercambio de sentimientos y pensamientos, y de emociones positivas con la pareja. Para éstos, el sexo es una expresión no sólo de placer físico sino también de cercanía emocional.

El tipo “retraído” –vinculado a padres/madres fríos/as y esquivos/as- es desconfiado y temeroso de la intimidad. Por lo general sus relaciones no duran mucho o están desprovistas de una verdadera conexión emocional. Presenta más dificultades para lograr una vida sexual satisfactoria, evitando las relaciones sexuales o manteniéndolas en un nivel superficial.

El tipo de apego infantil “ansioso” se corresponde con aquellas personas que establecen vínculos amorosos caracterizados por la ambivalencia, una extrema atracción sexual y un fuerte componente de ansiedad. Un estilo asociado a progenitores que alternan el cariño con un aparente rechazo. Este comportamiento genera en el niño/a –y luego, en el adulto- el temor a que el afecto le sea retirado de pronto, sin previo aviso. 

Es innegable que nuestras vivencias afectivas durante la infancia, sobre todo en relación a los padres, tienen un impacto muy significativo respecto de cómo se van configurando nuestras necesidades emocionales. También influyen en la idea que nos hacemos acerca de quién o quiénes, y de qué manera, podrán satisfacerlas. Ser concientes de esto nos brinda un aporte clave para explorar los verdaderos resortes de nuestras elecciones amorosas y sexuales. Y, lo que es más importante, puede ayudarnos a cortar con la inercia y la repetición de ciertos patrones destructivos.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.