Entre mujeres

28 Feb 2015
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La famosa investigación realizada por el sexólogo Alfred Kinsey, allá por los cuarenta, sobre la conducta sexual de los estadounidenses, contribuyó a desmitificar creencias y esclarecer supuestos muy arraigados respecto a lo que se sabía -e incluso a lo que se ignoraba por completo- en torno a la sexualidad humana. Una de las tantas sorpresas de los datos arrojados, fue que casi una quinta parte de las norteamericanas había tenido alguna experiencia homosexual. 

Y no es de extrañar que esta realidad estuviera oculta. De hecho la homosexualidad femenina siempre se mantuvo menos visible que su muy variada versión masculina. ¿Por qué? Algunos lo adjudican a la eterna confusión existente entre sexualidad y reproducción: aquellas actividades sexuales que no conducen al embarazo, han sido siempre moralmente condenadas. Y desde luego -y dada la tradición de siglos de dominación masculina- con mayor rechazo y énfasis cuando se trata de una interacción sexual meramente femenina, que parece no necesitar al hombre. 

La isla de Lesbos

Los antiguos griegos acuñaron el término “lesbiana” para las mujeres homosexuales, en honor a las habitantes de la isla de Lesbos, famosas por sus prácticas eróticas. Allí nació y vivió, a principios del siglo VI a.C., Safo, autora de bellos poemas y canciones, cuyos versos celebraban el amor entre mujeres. Estas conductas, lejos de inquietar a los griegos, merecían la aprobación y el elogio: la homosexualidad femenina gozaba de tanta aceptación como la masculina. Análogamente a lo que ocurría en Esparta, donde muchas respetables casadas mantenían relaciones con jovencitas. 

Muy por el contrario -y mucho más acá en el tiempo- algunos testimonios revelan que el criterio giró hasta el escarnio. Es sabido que en Inglaterra la reina Victoria hasta negaba la existencia misma de estos comportamientos y exigió que se suprimiese cualquier mención al respecto en las leyes contra la homosexualidad. De hecho en los libros de historia las referencias al lesbianismo aparecen muy ocasionalmente. 

Uno de los casos más célebres fue el de Eleanor Butler y Sarah Ponsonby, en el siglo XVIII. Al parecer, su apego empezó desde muy jóvenes y ante la posibilidad de verse obligadas a contraer matrimonio, huyeron juntas, vestidas de hombre. Finalmente se establecieron en el valle galés de Llangollen, donde fueron conocidas como “las señoritas de Llangollen”. Vivieron juntas durante cincuenta años, hasta la muerte de Eleanor. Dedicaban sus días al estudio y la lectura y a lo que ellas mismas llamaron “enriquecimiento personal”. A pesar de su perfil bajo, al poco tiempo de instalarse en el valle, su vínculo atrajo la curiosidad del mundo circundante y grandes personalidades de la época acudían a visitarlas. Tanto, que Jorge III terminó otorgándoles una pensión.

Otro ejemplo interesante lo constituyen las habitantes de la antigua China, quienes eran conocidas por su inclinación apasionada hacia las mujeres. Incluso, en muchas de estas sociedades, se fomentaba la homosexualidad femenina en la creencia de que estos vínculos potenciaban en las más jóvenes la energía yin (antes de que el marido la cercenase).

La heteronormatividad

Hace más de cuatro décadas que la Asociación Americana de Psiquiatría dejó de considerar a la homosexualidad -femenina o masculina- un trastorno mental. Sin embargo, el modelo heteronormativo -que postula la heterosexualidad como la única forma aceptable y normal de identidad y de expresión de los deseos sexuales y afectivos- persiste, fuertemente arraigado y actualizado desde múltiples expresiones culturales. Y esta es la lógica que sostiene los prejuicios y creencias erróneas que aún circulan en torno al lesbianismo, generando temor, sufrimiento y culpa en muchas personas. 

Entender la sexualidad en términos de diversidad viene siendo un camino difícil. Hemos avanzado mucho en este sentido, pero aún nos queda un largo recorrido. ¿Llegaremos algún día a considerar que simplemente se trata de una expresión más de la sexualidad humana?

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.