Conocimientos sexuales

21 Feb 2015
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Contrariamente a la creencia de que en materia de sexo “se nace sabiendo” o que al fin y al cabo “se aprende con la práctica”, es un hecho comprobable que la información precisa -es decir, empírica, científica- sobre sexualidad, constituye un factor clave para alcanzar una vida sexual satisfactoria.

Al respecto, la posibilidad de cultivarnos mediante una pedagogía seria y confiable, resulta accesible para la gran mayoría: revistas, libros, folletos, documentales, conferencias y talleres con expertos y, por supuesto, el universo infinito de Internet. Cabe aclarar que esta vía no sólo ofrece pornografía como muchos piensan, sino también innumerables trabajos científicos, herramientas didácticas, videos educativos, blogs y páginas de sexólogos que responden consultas. 

En efecto, lograr una sexualidad gratificante requiere elevar nuestro nivel de conocimientos sexuales en sus diversos ítems: la anatomía genital masculina y femenina, su funcionamiento, la respuesta sexual humana, el diferente modo en que reaccionan hombres y mujeres frente a la estimulación sexual, las zonas erógenas, los efectos de algunos medicamentos y sustancias, la anticoncepción, la prevención de las infecciones de transmisión sexual y el VIH/Sida, etc. Nada más y nada menos que la teoría de la práctica. Es decir, una guía fundamental para iluminar nuestra vida sexual y nuestras decisiones en este sentido.

Abajo los mitos

Aunque la información sobre sexualidad esté al alcance de la mano -o de un clic- ser concientes de la necesidad de aprender y obrar en consecuencia no siempre es algo sencillo. Tenemos una gran resistencia. Primero porque, como es sabido, en torno al sexo todavía rondan los tabúes, temores, vergüenzas, ansiedades, prohibiciones y culpas. El famoso “de eso no se habla”, que sigue estando lejos de erradicarse. Pero también porque adquirir esos conocimientos requiere la capacidad -y el coraje- de detectar y poner en tela de juicio los muchos mitos y creencias erróneas que aún nos habitan. Los hemos incorporado desde muy chicos, de mil maneras. Son falacias con siglos de historia, cuyos resabios siguen condicionándonos negativamente. 

Los medios de comunicación masiva y de divulgación cultural, desde múltiples discursos, continúan reiterando prejuicios, supersticiones e información errónea sobre sexualidad, que alimentan el imaginario colectivo: 

“Solo las personas jóvenes y hermosas pueden gozar de la sexualidad”, “El varón es activo y la mujer, pasiva”, “Los hombres son visuales, las mujeres auditivas”, “A las mujeres no les excita la pornografía”, “Con la edad, la sexualidad se vuelve vergonzante”, “La mujer tiene menos necesidades que el varón”, “El varón es el que debe tomar la iniciativa”, “La mujer es la que tiene que cuidarse”, “No es posible quedar embarazada la primera vez”, “Estar amamantando es un método anticonceptivo efectivo”, “No usar preservativo es una forma de demostrar amor y confianza”, “La fuerte atracción entre dos personas significa que serán felices juntas”, “Caricias y besos son sólo preliminares para el coito”, “El tamaño del pene es importante para el goce sexual”, “Sexo equivale a penetración”, “La mujer violada seguro que se lo buscó por provocadora”, “Existen tratamientos efectivos para la homosexualidad”, “Los homosexuales son degenerados y promiscuos”, “La masturbación puede impedir el desarrollo de una adecuada sexualidad”.

Es curioso con cuánta obediencia la mayoría acepta estas y otras “verdades” sin detenerse a examinarlas, cuestionar su validez y evaluar las implicancias de darlas por ciertas. Se impone entonces identificar esos mitos y librarnos de ellos. No es sino dentro de los límites de estos sistemas de creencias, donde se desarrolla, inconcientemente, nuestra vida sexual.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.