Intereses comunes

07 Feb 2015
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Gentileza de http://guiame.me/

Parece lógico suponer que cuando dos personas deciden tomar un mayor compromiso en su relación amorosa –irse a vivir juntas, casarse, proyectar la formación de una familia- es porque se sienten lo suficientemente compatibles como para dar semejante paso. Sin embargo, un número importante de las parejas que se separan, señala la existencia de serias diferencias en el estilo de vida con el que cada uno se identifica como una de las razones fundamentales de su ruptura.

Los expertos en pareja sostienen que un buen indicio para pronosticar si una relación durará –y de manera satisfactoria- consiste en la similitud de sus intereses sobre el modo de pasar el tiempo libre.

Un ítem que, sin embargo, no es fácil de evaluar cuando una relación está empezando. ¿Por qué? Ocurre que en los comienzos las personas suelen tener una actitud muy entusiasta por las actividades que al otro le interesan (lo cual refuerza un círculo positivo donde ambos son premiados con demostraciones de afecto cada vez más amorosas). Esto no significa que se mientan mutuamente: el enamoramiento –una verdadera “psicosis transitoria” como decía Freud- orienta el deseo de los amantes hacia su único objeto de amor y todo lo que tenga que ver con él. Esta drástica reducción de los propios intereses es, como bien sabemos, pasajera.

Algunos investigadores han sugerido que, en el caso de las parejas heterosexuales, varones y mujeres se ven afectados de manera diferente por el hecho de que el otro no comparta sus actividades y gustos. A las mujeres al principio parece no importarles, como si se mostraran más independientes de entrada, pero luego de un tiempo de vivir juntos o de estar casados, esto cambia. Distinto al caso de los varones: cuando empiezan a notar el gradual desinterés femenino (ellas tienden a ser más complacientes desde un principio), se sienten profundamente decepcionados.

Pero no se trata sólo de compartir actividades como quien cumple con un trabajo. De hecho, hace ya tiempo que los expertos sugieren que el antiguo y triste concepto del matrimonio como una tarea pesada proviene de una generación de parejas mal avenidas que luchaban por permanecer juntas cuando el divorcio era impensable. En realidad, las parejas altamente compatibles no sienten que su relación sea una tarea ardua. Para este grupo de enamorados, estar en casa puede resultar tan placentero como salir de vacaciones o hacer un programa.

Una actividad en común es especialmente importante cuando una de las partes tiene un trabajo –o un hobbie propio- que le consume mucho tiempo. Por otra parte, la mayoría de las parejas felices comparte al menos un interés serio: cuándo éste pierde actualidad, desarrollan otro. 

Sin embargo, la mutua pasión por la música, el arte, los viajes, la buena comida, un deporte, el baile o los libros, nunca debe ser entendida como la amalgama que sostiene a una relación de pareja. Si bien es un indicador positivo, la unión de dos personas no puede basarse sólo en una afinidad. 

Otras similitudes

Aunque algunos lo minimicen, un asunto importante en cuanto a similitudes en las parejas se refiere a la organización familiar y doméstica: cuán prolijos y adeptos a la limpieza somos, si preferimos una casa en penumbras o llena de luz, si somos noctámbulos o amantes del día, si nos gusta dormir con la ventana cerrada o abierta, si tenemos debilidad por los perros o por los gatos (o carecemos de interés por las mascotas), si queremos vivir en plena ciudad o si, por el contario, soñamos con instalarnos en un lugar alejado del ruido. Algo parecido ocurre con las costumbres alimentarias, la elección de los muebles y la decoración de la casa o la vida social. Ninguna pareja espera estar totalmente de acuerdo en todos los temas. Pero una discordancia seria al respecto no debe ser ignorada: una de las causas más importantes de las discusiones en las parejas –aparte del dinero- tiene que ver con este tipo de cuestiones.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.