¿Todo terminó?

20 Dic 2014
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Imagen ilustrativa

El final de una relación de pareja implica, como todos sabemos, algo sumamente doloroso para ambas partes. Es un hecho que el divorcio figura entre las experiencias más traumáticas por las que puede atravesar una persona. Por eso no es extraño que terminar un vínculo, marcar su punto de no retorno, sea algo tan difícil de resolver, aún deseándolo. 

Por esta razón, muchas veces a los de afuera -amigos, parientes- les suele costar comprender las instancias intermedias y ambiguas en que se encuentran muchas parejas. Incluso durante años: aquello de “tomarnos un tiempo” puede llegar a prolongarse demasiado, perpetuando la indefinición de la relación y generando un mayor estrés en los involucrados.

De manera que -aunque pueda parecer absurdo- saber certeramente cuándo una relación amorosa ha terminado no siempre resulta claro ni mucho menos fácil. Sobre todo si tenemos en cuenta que es una proporción bastante baja la de las rupturas por mutuo acuerdo y que, las más de las veces, una de las partes quiere cortar, mientras que la otra se niega a hacerlo.

Negación y culpa

Aunque haya mil evidencias que demuestren lo contrario, aquel que se resiste a la separación puede convencerse de que todavía hay esperanzas (no hay que subestimar el poder de la negación). Sin embargo otras veces, el que abandonó tiene responsabilidad en este sentido, por mandar mensajes ambiguos. La llamada “culpa del sobreviviente” explica con frecuencia estas conductas, que buscan “suavizar” las cosas, amortiguar un poco la humillación y la tristeza del que ha sido dejado. ¿Quién quiere asumir enteramente el costo político de una separación? ¿O ser el malo de la película, sobre todo cuando hay hijos de por medio?

Para el que está empeñado en que las cosas vuelvan a ser como antes, las actitudes “amigables” del otro son malinterpretadas. Tomadas como signos que presagian una reconciliación. Para estas personas, una mínima rendija equivale a un portón abierto de par en par, con tal de no asumir la pérdida, de evitar la angustia.

Al respecto, si una persona declara que la relación de pareja está terminada, o si plantea sentirse insatisfecha y con deseos de romper el vínculo, esta manifestación debe tomarse seria, unívocamente. Incluso si otras declaraciones o conductas pudieran hacer pensar lo contrario.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.