Contención emocional

22 Nov 2014
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FOTO TOMADAD DE ENRIQUECETUPSICOLOGIA.COM

El sostén -o apoyo o contención emocional- figura entre las principales expectativas que depositamos en nuestras relaciones más cercanas. Por eso cuando lo necesitamos y no lo recibimos, nos sentimos heridos y decepcionados. Al punto de que una de las quejas clásicas en las parejas que se separan es que el otro no ha sido demasiado contenedor. Y el distanciamiento afectivo que esto produce, suele derivar también en un alejamiento a nivel sexual.

La contención no tiene que aparecer sólo en situaciones extremas –enfermedad, desempleo, muerte de un ser querido, etc.- sino que debe “respirarse” como una suerte de clima permanente en el vínculo amoroso. De hecho, se trata de uno de los indicadores más significativos para pronosticar un amor duradero y satisfactorio. ¿Por qué? Ocurre que el sentirse afectivamente contenido produce efectos muy positivos: colabora a nuestra estabilidad emocional, a sentirnos más confiados y seguros, fortalece nuestra autoestima. Y hasta nos protege contra la enfermedad física -al reforzar el sistema inmunológico- y mental, haciéndonos menos proclives a la depresión. Nos lleva a cuidarnos y a evitar exponernos a riesgos que puedan ser perjudiciales. El sabernos contenidos nos aleja de ciertos sentimientos negativos: soledad, vulnerabilidad, indefensión.

Pero, ¿en qué consiste ser contenedor? Implica, en primer lugar y siempre de modo recíproco, reconocer al otro como alguien diferente de nosotros: con virtudes y defectos, capacidades singulares y pensamientos y sentimientos propios. Es decir, con un estilo personal y único, tan legítimo como el nuestro y que debe, por lo tanto, respetarse. Demostrar abiertamente el afecto con palabras, actitudes y conductas, ser empáticos y comprensivos, y manifestar un genuino interés por su mundo son también rasgos de esta habilidad emocional. Lo mismo que apreciar y tener en cuenta –y actuar en consecuencia- aquellas cuestiones que le incumben, o que le importan y apasionan. El sostén se evidencia también en nuestra capacidad de ser solidarios, ayudando a nivel práctico y material a quien queremos. Sentir alegría por las cosas buenas que le ocurren –sobre todo si no nos benefician directamente- y estimular su crecimiento configura el estilo contenedor en su versión más evolucionada.

Todo esto no significa, sin embargo, olvidarnos de nosotros mismos y de nuestros intereses, ni ser comprensivos y amorosos las veinticuatro horas del día. De ser así, estar en una relación se convertiría en puro trabajo (y del pesado). Por eso, lograr un equilibrio en este sentido constituye un gran desafío para cualquier pareja.

El tema del apoyo emocional es fundamental, no sólo en las relaciones sentimentales, sino también –y de modo fundante- en las parentales: cuando un padre se muestra receptivo y sensible a las necesidades y deseos de su hijo -en lugar de imponer los suyos propios- está haciendo un aporte clave para el desarrollo de una persona autónoma y con capacidad de defender sus sueños y de trabajar para alcanzarlos.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.