Salir del clóset

28 Jun 2014
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Gentileza de http://www.soyhomosensual.com/

El movimiento de liberación gay de los años 70 se originó como una enérgica reacción a una cultura donde los homosexuales debían mantener su condición en las sombras. Su eslogan decía “salir del clóset y ganar la calle”. El “clóset” –“armario”, “ropero”, “placard”- se constituyó en una metáfora elocuente de la liberación de los secretos, humillaciones y mentiras que, durante siglos, venían amordazando la vida no heterosexual y generando profundos sentimientos de culpa y disociaciones graves en millones de personas.

En la actualidad, la mayoría de los homosexuales –y muchos heterosexuales- consideran fundamental que los gays hagan pública su orientación, advirtiendo que en caso de seguir “tapados” contribuyen a mantener las diversas creencias y prejuicios negativos que aún persisten respecto de los que tienen una inclinación sexual diferente. Sin embargo, todavía existen otros que, habiendo experimentado el rechazo (o siendo concientes de esa posibilidad), han optado por mantener oculta esta parte de su persona, para no exponerse a situaciones incómodas.

¿Cómo decirlo?

Los sexólogos españoles Elena Vázquez y Carmelo Ochoa formulan una serie de consejos para aquellos que van a revelar su homosexualidad a padres, familiares o amigos. En primer lugar, recomiendan iniciar con estas personas diálogos sobre la homosexualidad en general, ya que esto puede servir para testear su grado de apertura al respecto (es posible que ya hayan surgido espontáneamente este tipo de conversaciones). Hablar sobre el tema brinda la oportunidad de aumentar la información y despejar mitos en torno al universo gay. Sin embargo, es importante saber que, probablemente, estas nuevas ideas no serán aceptadas e incorporadas de inmediato. La resistencia es grande, los temores son muchos y vienen arraigados desde hace varias generaciones, en la mayoría de las familias. Si la revelación es a los padres, no es recomendable pedir perdón o echarles la culpa. Una actitud diferente a estas dos tentadoras opciones ayuda a mantener la dignidad de ambas partes y a no promover sentimientos negativos en las mismas.

Es además importante que el que confiesa su homosexualidad se refiera explícitamente a las motivaciones fundamentales que lo han conducido a hablar con franqueza: el deseo de sentirse más cercano a las personas que quiere y de saberse aceptado y amado tal cual es.

En el caso de que los padres reaccionen de manera adversa y hasta explosiva, es conveniente dar por finalizada la discusión y dejar que el tiempo haga decantar las cosas. Si el rechazo es extremo (violencia verbal y/o física), tal vez lo mejor es tomar distancia y esperar a que sean ellos los que muestren indicios de querer reanudar la relación.

En la mayoría de los casos, los padres más reacios suelen deponer finalmente su actitud cuando ven a sus hijos contentos.

“Mi hijo es gay”

George Weinberg -el psicólogo norteamericano que acuñó el término “homofobia”- hace algunas sugerencias a los padres que se enfrentan con esta situación. Primero, los insta a recordar que su hijo o hija es exactamente la misma persona que han conocido y querido (la única diferencia está en que ahora demuestra más honestidad que antes). Segundo, reafirma algo sumamente importante: no deben considerarse culpables. Y, por último, los invita a tener en cuenta que la decisión de hablar abiertamente de este tema con sus padres es, posiblemente, una de las más importantes y difíciles que ha tenido que tomar su hijo o hija en toda su vida. Y que responde en definitiva a la necesidad de alentar una relación verdadera con ellos.


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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.