31 May 2014
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Gentileza de http://everyfilmever.blogspot.com.ar/

Al revés de lo que podría pensarse, el sadomasoquismo no es un fenómeno nuevo, producto de una declinación de los valores sexuales o de una “moda” encendida en cadena por la exitosa saga “Cincuenta sombras…” (sumada a todos los libros y películas por el estilo que se sucedieron o resurgieron). De hecho, estas prácticas son muy antiguas. Ya el Kama Sutra dedica todo un capítulo a las “diversas maneras de azotar”. Y describe, además de las partes del cuerpo que pueden recibir este tratamiento, los “sonidos apropiados” que las mismas emiten al hacerlo.

El primero en definir el sadomasoquismo fue el científico austríaco Richard von Krafft-Ebing, en su Psychopathia Sexualis, en el año 1886. Tomó este nombre de dos figuras literarias: el marqués de Sade, cuya fama es archiconocida, y el caballero Leopold von Sacher-Masoch. Este último, también austríaco, plasmó sus fantasías sexuales -referidas a experimentar dolor y humillación- en una obra erótica llamada “La Venus de las pieles”.

S&M

En el sadismo sexual el modo preferido o exclusivo de obtener excitación sexual consiste en infligir sufrimiento psicológico o físico a otra persona. Los masoquistas, por el contrario, encuentran placer sexual en ser humillados, atacados, golpeados, etcétera. 

Cuando alguien busca activa y deliberadamente -ya sea de un lado o de otro- llevar a cabo fantasías sexuales de este tipo, estamos frente a una parafilia. Es decir, frente a un trastorno mental. Esta postura de ubicar el sadismo y el masoquismo sexual dentro de la esfera de lo patológico es la que, desde Krafft-Ebing, pasando por Freud -que habló de “aberración sexual”- y llegando al más reciente manual de los trastornos mentales, ha sostenido la tradición sexológica. 

Sin embargo, a partir de los 70, los defensores del sadomasoquismo consentido han intentado que se lo reconozca como una elección o variante sexual benigna. Estos grupos prefieren adoptar la sigla S&M o una más general BDSM (Bondage y disciplina / Dominación y sumisión / Sadismo y Masoquismo), incluyéndose así en un gran grupo de preferencias sexuales “diferentes”. 

Materia prima

Los materiales de sujeción y castigo usados en el sadomasoquismo incluyen cinturones, bufandas, bastones, sogas, fustas, látigos y palmetas. Las cadenas son muy populares, porque no pueden ceñirse accidentalmente. Lo mismo que el hielo y la cera (en el cine, hay una escena emblemática entre una sadomasoquista interpretada por Madonna y su abogado, encarnado por William Dafoe, en “El cuerpo del delito”). También se emplean barras, cepos, tablas acolchadas, caballetes de gimnasia, perchas, cruces. Algunos fabricantes ofrecen mazmorras portátiles y hasta máquinas de estimulación eléctrica que proporcionan descargas regulables. Existen además camas y sillas especialmente diseñadas para incorporar esposas u otros elementos de inmovilización. Los broches de la ropa también figuran en el singular “kit” (aunque hay versiones más lujosas de estos implementos, forradas en piel de cocodrilo). Esposas, mordazas, máscaras, arneses, corpiños con espinas... hay una industria muy próspera alrededor de estas inusuales prácticas.

Sabiduría hindú

Al final del capítulo dedicado a los azotes, Vatsyayana reflexiona: “Esos actos apasionados, esos gestos o movimientos amorosos, que nacen de la excitación del momento en la unión erótica, no podrían ser definidos; son irregulares como ensueños”. Y añade: “Por esta razón, el hombre que posee a fondo la ciencia del amor y que conoce su propia fuerza, como también la ternura, el ardor y la fuerza de su querida, obrará en consecuencia. Los diferentes modos de gozar no son para todos los tiempos ni para todas las personas; para aplicarlos se debe consultar el tiempo, el país y el lugar”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.