Sexo y amistad

01 Mar 2014
1

Gentileza de http://www.lizclutterbuck.com/

La exaltación de la amistad hunde sus raíces en los tiempos más remotos y se canaliza en múltiples manifestaciones: la literatura, la música, el teatro, el cine, el arte en general. Ya lo expresa el Antiguo Testamento: “el que encuentra un amigo, encuentra un tesoro”. ¿Y quién no adscribiría a estas palabras? Pero hoy, con más fuerza que nunca, este tipo de relación tiene un lugar de privilegio por sobre las demás. De hecho se trata de una de las características distintivas de la posmodernidad. Así lo demuestran, por ejemplo, el gran éxito que tuvieron –y siguen teniendo- series de televisión como “Friends” y “Sex and the city”: es evidente que el gran público se identifica con la idea de que los amigos son una de las cosas más importantes de la vida, tal vez el lazo que más vale la pena cultivar.

Sexo negado

Históricamente, el sexo ha sido considerado incompatible con la amistad. La energía sexual entre amigos ha sido casi siempre sublimada, o implícitamente negada. Sobre todo en aquellos tiempos –no tan remotos- en que los universos masculino y femenino estaban fuertemente disociados. Y la disociación abarcaba también los lazos de amistad: sólo podían admitirse entre personas del mismo sexo. Entonces, ¿cómo concebir siquiera la posibilidad de que en esas reuniones de hombres estuviera circulando algo de energía sexual además de los tragos y los habanos? Tan impensable era lo erótico allí como en los estrechos vínculos femeninos, plagados de confidencias, apoyo emocional y complicidad. Así, varones y mujeres se han sentido desde siempre más seguros pensando que lo sexual –aún sin una connotación genital- estaba bien lejos de sus relaciones de amistad.

Amistades mixtas

Muchos han sostenido –otros tantos, aún sostienen- que la amistad entre un hombre y una mujer es imposible, que el sexo siempre estará, de alguna manera, gravitando entre ellos y condicionando la autenticidad de la relación. En la película “Cuando Harry conoció a Sally” hay una escena emblemática donde los protagonistas, mientras hacen un viaje en auto, discuten este asunto… llegando a la conclusión de que nunca podrían ser amigos (lo cual termina siendo un presagio, pero sólo en parte, porque antes de enamorarse mantienen durante varios años una gran amistad).

Respecto a este debate más que “ver para creer”, la cosa funciona a la inversa: quienes no reconozcan factible una amistad de estas características es improbable que se muestren receptivos y que, en consecuencia, lleguen a experimentarla alguna vez. Es así que las mentalidades más tradicionales y con estereotipos rígidos acerca de cómo deben ser las mujeres y los varones, suelen ser las más descreídas de las amistades mixtas.

“Mundo raro”

Para los hombres y las mujeres homosexuales los vínculos de amistad revisten aún más importancia que para los heterosexuales. No es extraño: con frecuencia estas personas se sienten de algún modo excluidas de su familia de origen y de sus grupos sociales primeros. Entonces los amigos se convierten en una suerte de familia sustituta: cimiento de la seguridad emocional y proveedora de contención afectiva.

Por otra parte, en la comunidad gay los límites entre amistades y relaciones sexuales son a menudo borrosos. Una mayor flexibilidad permite que sin demasiado conflicto se logren reciclar vínculos: los amantes pueden volverse amigos y los amigos, amantes.


Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.