La Inteligencia Espiritual

16 Jul 2016
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La viejita sabe....

"¡Estudiá matemática y lengua!" Nos decían con insistencia nuestros padres,  abuelos y más allá. La música también ocupaba (ocupa) un lugar de privilegio. Un poco más atrás, la educación física. El resto era relleno. 

En efecto, quienes se destacaban en aquellas lides, eran (o son) socialmente aceptados y admirados. Nadie hubiera criticado a Borges por no haber sabido hacer barras o patear una pelota de fútbol. Aunque posiblemente sí lo haríamos ante un jugador de fútbol que no sabe leer ni escribir.

Las inteligencias lógico-matemática y lingüística tienen todavía mejor fama. Algunos las conciben como "instrumentales" para desempeñarnos en el mundo. En el paradigma que describo, es "inteligente" el que desarrolla este tipo de inteligencias. Y nosotros los adultos insistimos en su desarrollo porque queremos que nuestros hijos sean alguien...

Fue Gardner quien comenzó a indagar sobre los diferentes tipos de inteligencias (lógico-matemática, lingüística, musical, corporal, espacial, intrapersonal, interpersonal y naturalista) o por lo menos quien las abordó bajo el nombre de inteligencias múltiples.

Muy detrás de estas "vedettes" e incluso obviada en sus primeros estudios por el citado investigador, se encuentra un tipo de inteligencia que por viejecita parece ausente en la mayoría de nuestros programas educativos modernos. O si se encuentra está tan arrugadita y codificada la pobre, que ya no se la reconoce. Me refiero a la inteligencia espiritual.

Algunos dicen que el Buda la llamó visión cabal , como la forma de comprender la realidad profunda de los fenómenos. El apóstol Pablo en la carta a los Colosenses (1: 9-10) la describe como la capacidad dada por Dios para vivir plenamente en congruencia con la fe proclamada. Otros muchos han hecho, en varias formas, referencia ella.

No me tomaré el atrevimiento de definirla, pues sería ofenderla pero sí y con todo respeto voy a describirla:

Me la imagino como un viejita encorvada y sabia con una mirada profunda y penetrante. Una viejita que no sabe nada de comprensión de textos pero sí de contextos. Que no puede leer los números ni las parcialidades pero sí las totalidades. No puede ya escuchar las notas musicales ni sus combinaciones pero sí toda la música. No reniega de lo físico sino que lo usa como medio para ir más allá. Utiliza la racionalidad instrumental y mecánica pero sólo para darle sentido espiritual a su vida y a la de los demás. Es la única que nos puede hacer verdaderamente felices a pesar de las circunstancias.

Esta humilde viejita es flexible pero no blanda. Nos brinda un alto nivel de conciencia de nosotros mismos, de los demás y del mundo. Nos permite afrontar y trascender el dolor y el sufrimiento. Ella no nos inspira, sino que es la esencia de toda inspiración. Sus oculistas no logran diagnosticarla y están confundidos porque todo lo ve como relacionado. Mira el corazón más que la razón aunque ama a ambas. Es amiga del perdón, de la gratitud, de la humildad, de la compasión, de la caridad, de las risas, del entusiasmo, del amor, de la fe, de la sinceridad y de la paz. Es mucho más amiga del Ser que del Hacer aunque ama a ambos.

Ella está un poquito olvidada por nosotros, como muchas viejitas, pero es paciente y no nos guarda celos ni rencor. Sabe perfectamente que aún cuando estamos todavía poniendo nuestro énfasis en las otras maravillosas inteligencias y construyendo el mundo sólo en base a ellas, llegará un momento en que acudiremos (volveremos) a ella por voluntad o necesidad, con la misma urgencia que un sediento busca calmar su sed.. .¡Nos está esperando para ayudarnos a reconstruir nuestro mundo!

¡Tengan fe y esperanza! ¡La inteligencia espiritual es incansable, no duerme, no se jubila y sobre todo no muere...!

¡Hasta la próxima!   

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