Salón del Cómic - Gustavo Sala
A veces el humor rompe límites con clase y lo mismo
funciona. Nos reímos y aplaudimos esa audacia, un ejemplo es La Vida de Brian,
en cómics Calvin & Hobbes. Otras veces juega con el buen gusto, hay gente a
la que le parece desagradable, pero aun así tiene sus seguidores como por
ejemplo Ted o el cómic Fritz El Gato. Finalmente está el extremo en el que no
importan los límites y el buen gusto. Busca mofarse constantemente de una
manera anárquica a través de la provocación y los juegos escatológico-viscerales.
En estos casos el dibujo es grotesco, “feista” pero efectivo y por alguna razón
inexplicable, nos hace reír. Es aquí donde entra el señor Gustavo Sala.
No es una fórmula original, de hecho sigue la línea de Philippe Vuillemin. Este
humorista supo sacar provecho de lo desagradable y la provocación para hacer
reír. El caso de Gustavo Sala no es tan extremo y se centra más en personajes
de actualidad y de la cultura popular. Rompe los límites desde allí, los acerca
a un entorno más mundano, más nuestro. Sus locaciones son las veredas, los
conciertos, las clases. Gustavo Sala se definió en entrevistas como “austero y
gasolero”. Entonces, se evidencia la honestidad que
tiene como artista por la base costumbrista
que tienen las tiras. Transmite una versión distorsionada y enferma de la
realidad como la percibe y logra el chiste a través de la provocación, de lo
escatológico. Algunas veces crea historias muy originales, como la del robo del
pelo del pecho de Paul Stanley o una en la que Dios tiene que reconstruir el
mundo, porque un tipillo demasiado excitado incendió todo. Por supuesto, al
provocar constantemente sin tener respeto por nada, tiene sus consecuencias. Hay
gente que aborrece su estilo y por supuesto, tuvo que vivir momentos de mucha
tensión por la controversia y el descontento que generó una de sus tiras.
Por otro lado, Gustavo Sala ilustró una tira infantil guionizada por Carlos
Trillo y Eduardo Macias, Torni-Yo. Este cómic se publicó originalmente en la
revista Genios por lo que no había cabida para sus fórmulas de siempre. Aquí
encontramos historias costumbristas, típicas de grupos de amigos. Son simples,
entretenidas y gracias a la labor de Gustavo, logran una picardía infantil
bastante interesante. Es muy curioso ver la forma en la que logró adaptarse y
mostrar otra faceta artística en estas páginas.
Obras Recomendadas: Bife Angosto, Torni-Yo y Ordinario