Salón del Cómic: Carlos Gómez
Una de
las tragedias que nos trajo la crisis que sufrimos a principios del siglo XXI
fue cultural. Las grandes editoriales de historietas como Columba y Record
agonizaban, pero aún seguían publicándose historias de sus personajes icónicos
como Dago y Cybersix. El final de estas sagas parecía distante. Además la
fuerza de estos personajes pedía a gritos que no llegara su punto final. Cuando
las editoriales nacionales cerraron, encontraron un espacio en mercados
extranjeros. Allí continuaron sus andanzas, y artistas como el talentosísimo
Carlos Gómez pudieron demostrar de lo que son capaces. Es cierto que cuando a
Carlos le tocó reemplazar a Alberto Salinas en Dago, muchos dudaron si estaba a
la altura a pesar de que su estilo llamaba la atención en Capellán. Al igual
que en Dago el color de Editorial Columba no dejaba apreciar su arte. Sin
embargo, cuando sus dibujos pasan a blanco y negro nos damos con un virtuoso en
la recreación de época.
Si tomamos en cuenta su labor en series como Alienor y Dago, nos damos conque
lo suyo es la recreación de época, la obsesión con los detalles sin cargar en
ningún momento las viñetas y sobre todo, una excelente narrativa. Su trabajo en
Dago, sobre todo lo que se publicó en Italia, representa la quintaescencia de
su estilo, así que vamos a centrarnos en esta obra. Si Robin Wood es meticuloso
en temas de investigación histórica, Carlos Gómez no se queda detrás. Gracias a
esto, se evidencia en sus viñetas, nos
damos cuenta de que es capaz de retratar con un realismo y detalles
sorprendentes momentos históricos como el Saqueo de Roma. Con sus viñetas
cargadas de los ambientes y arquitectura de la época nos comienza a sumergir en
un viaje al pasado. Los edificios y
espacios interiores están muy detallados y tienen una verosimilitud notable,
pero va más allá con las vestimentas y el modo de vida (como las comidas o los
baños). Cada tanto nos damos con frescos y estatuas de artistas consagrados.
Las reproduce con una calidad que sorprende. Cada viñeta tiene tanto trabajo
que nos hace pensar en si este dibujante es humano y cómo pudo completar esas
páginas a tiempo. En las historias que suceden en América tampoco se queda
corto y es capaz de sumergirnos en el peligro de las selvas y esas ciudades
perdidas. Alguien que maneja tanto realismo y tantas locaciones puede pecar de
ser estático, como le pasó a Harold Foster, pero Gómez se termina de lucir en lo
cotidiano gracias a su excelente manejo de primeros planos y movimientos
corporales. Brilla en lo épico, en la acción y la crudeza de los momentos
históricos violentos. Son viñetas y páginas que se disfrutan muchísimo y llevan
a este artista al panteón de los mejores ilustradores de las últimas décadas.
Por eso no sorprende que en 1999 haya sido galardonado con el premio Yellow
Kid, equivalente a los Cannes en cómics. A pesar de que la editorial Comic.ar
haya publicado una selección de sagas de Dago, aún queda muchísimo material
suyo inédito en el país, incluso en español.
Obras recomendadas: Dago: Saqueo de Roma, Dago: Luca, Dago: El Oro del Inca,
Alienor: La Legende Noir, Tex: Verso l’Oregon.