Salón del cómic - Horacio Lalia
Transitar
por las viñetas de Horacio Lalia no
es una tarea sencilla. Hacen falta astucia y el valor de poder enfrentarse a
las peores pesadillas. Sí, lo suyo es el terror, horror diría. No ese del que
se sobrevive corriendo del monstruo de turno. Lo suyo es más profundo, invade
cada espacio que ilustra, es algo maligno que llega a cada recoveco y siento
decirles, no hay escapatoria. La suya es una mano experta, su pluma ha
retratado la oscuridad durante más de medio siglo. Así que, querido lector,
usted puede imaginar que sus viñetas están cargadas de maldiciones y de seres
sobrenaturales que no llegará a entender, pero sí temer.
Es muy probable que lo hayan sentido nombrar por su obra más conocida, Nekrodamus, un personaje que co-creó con
Héctor Oesterheld y después continuó, entre otros, con Ray Collins y finalmente
con Walter Slavich. En Nekrodamus encontramos una buena síntesis de lo que es
su estilo: Ambientes góticos, demonios, rostros que se enfrentan a un terror
indescriptible y sobre todo, ambientes muy detallados. Gracias a éstos, logra
generar esas atmósferas tétricas que parecen tener vida y de las que en algún
momento va a salir algo a aterrarnos. También destacan sus adaptaciones de
Lovecraft, con las que logra recrear ese terror implícito de sus obras. Otra
obra de este género que destaca es La mano del muerto, más cruda que lo
anterior.
Si bien el terror es lo suyo, ha ilustrado otros géneros como la ciencia
ficción en Helltrekkers, ambientada
en el universo de Judge Dredd. Aquí
demostró una faceta muy interesante a la hora de crear vehículos y ciertas
criaturas, pero la muerte ronda por sus viñetas y los peregrinos que
protagonizan esta serie la pasaron muy mal. Otro de sus personajes es Inspector Bull, co-creado con el maestro
Carlos Albiac. Sus casos están ubicados en la Inglaterra victoriana permitieron
el lucimiento gráfico de Lalia. Ya no hablamos de atmósferas góticas, sino del
resultado de una investigación y búsqueda de referencias fotográficas de ese
período. Desde el vamos, el detalle de las vestimentas y la forma en la que los
personajes actúan impacta, incluso así, la recreación de época y los entornos
que logra son sobresalientes. Las historias están bien, Albiac no decepciona,
pero el dibujo es una muestra de virtuosismo y profesionalismo notables.
En estos tiempos en los que imperan las líneas claras y la influencia oriental,
los trazos de Lalia pueden parecer densos y demasiado cargados. Sin embargo son
mundos en los que hay que sumergirse, puede costar, como cuando uno lee a Falukner
por primera vez, pero vale la pena. Horacio Lalia es un grande de la historieta
mundial.
Obras recomendadas: Nekrodamus de Oesterheld o Slavich, Inspector Bull, La mano
del muerto, Lovecraf: El grimorio maldito.
Imágenes obtenidas en la página oficial del artista