Los Hijos del Topo - Caín
Algunas
historias son tan poderosas que superan todos los factores que impiden que se
publiquen. Es decir, son narraciones
que rompen barreras y trascienden a
otros medios considerados menores como por ejemplo el cómic. En el caso de Los Hijos del topo de Alejandro Jodorowsky y José
Ladrönn, el salto se dio del cine a justamente el cómic por ese problema
que sufren la mayoría de los artistas: La falta de presupuesto. No olvidemos
que muchas veces ese amor por el arte y el idealismo desaparecen cuando no hay
capital. Peor, pueden mutar hacia senderos más comerciales y frívolos. Por
supuesto, este cómic no es el caso.
El Guionista
Si
tienen suerte y se alejan de los destinos turísticos, el día en el que viajen a
Francia puede ser que Alejandro Jodorowsky les tire las cartas del tarot. Hay
que esperar algunas horas a que les llegue el turno en el Café Téméraire, pero ver con qué facilidad se sumerge en las
almas de las personas a las que les tira las cartas es un espectáculo por sí
mismo. Jodorowsky es un artista que ha
estudiado el tarot durante décadas y está embebido en su filosofía. Así mismo
lo ha hecho con el chamanismo mexicano y, como cuenta en sus autobiografías, con
la magia.
Logró combinar todos estos elementos y llevarlos a su faceta artística. También
creó su disciplina controversial – como a él le gusta - la psicomagia. Por
supuesto, gracias a esto terminó siendo un visionario para algunos, y un
farsante para otros.
De todas formas, al trasladar todo este
conocimiento e identidad “mágica” a su faceta artística ha logrado desarrollar
una identidad propia, con una impronta personalísima, A diferencia de otros
guionistas-escritores como Alan Moore que se han ahondado en este mundo,
Jodorowsky nunca se olvidó de lo fundamental: Las narraciones deben entretener.
Por lo general sus historias son intensas, divertidas y atrapantes. Son
historias que soportan y piden relecturas sean sus cómics o sus películas.
La película
Ya
desde los setenta, cuando se estrenó su primer largometraje, El Topo, demostró
ser un artista único con muchísima personalidad. En este western nos cuenta la historia de un
pistolero que se enfrenta a los maestros del revolver en una búsqueda de
iluminación. Esto, en realidad, es una excusa para introducir todo aquello que
absorbió de la cultura y el esoterismo mexicanos antes de dar un giro muy
interesante. Estos elementos hacen que
pase de ser un Spaghetti western a una
historia llena de simbolismos e imágenes grotescas. Lo suyo es tosco, hasta
desagradable. Incluso sus metáforas son torpes. Sin embargo todo esto es
necesario, porque lo que busca es una experiencia surrealista que tenga como
eje conductor una muy buena historia que atrapa.
El cómic
Lo
curioso es que lo grotesco y la identidad latinoamericana solamente aparecen en
sus películas y un par de sus novelas. No en sus cómics. Allí destacan
simbolismos más elaborados y los
entornos se vuelven mundos peligrosos de ciencia ficción, históricos,
fantásticos. Nunca surrealistas. Es decir, sus películas tienen una identidad,
sus cómics otra. En ambos medios es brillante.
Por
diversos problemas y principalmente falta de presupuesto, la secuela de El Topo
nunca se hizo realidad como película. Sin embargo, para un artista tan inquieto
como Jodorowsky eso no supuso un impedimento.
En su momento supo aprovechar para cómics
muchas ideas y personajes de otra película truncada, Dune. Ésta fracasó en pre
producción sin que se haya filmado prácticamente nada. Sin embargo supo reciclar
lo mejor de este fracaso en dos obras maestras del cómic: El Incal y La Casta
de los Metabarones.
En el
caso de Los Hijos del Topo, Jodorowsky apuesta directamente por hacerla cómic,
pero siendo lo más fiel posible a la estética del film. Desde el vamos, las
primeras páginas son el final de la película y por primera vez aparecen en uno
de sus cómics la identidad latina y el surrealismo en sus viñetas. También las
metáforas torpes basadas en la magia pululan desde el principio. Por más que
estemos leyendo un cómic, vamos a sentir la misma atmósfera surrealista de la
película, en gran parte gracias al enorme talento del dibujante José Ladrönn.
Cada viñeta es un storyboard con mucho detalle y cierto grado de realismo que
jamás pierde la dinámica. Lo grotesco y tosco de las películas de Jodorowsky
cambia por un surrealismo elegante y entornos desérticos. Por otro lado,
gracias a esta maestría gráfica se hace palpable la evolución narrativa del
autor. Mientras que en El Topo el ego del chileno se interponía a la doble
moral del protagonista, en Los Hijos del Topo, la amoralidad y la búsqueda del
ser son el eje central de la historia. Jodorowsky sabe matizar esto con escenas
de acción o ese juego simbólico con la magia que tanto le gusta para no caer en
ningún momento en el bodrio (como sucede con muchas historias de Alan Moore).
Lo importante para este autor es transmitir su mensaje sin dejar de entretener.
Claro, gracias al crecimiento que tuvo como autor va más allá del mero
divertimento. Es una historia que nos absorbe desde las primeras viñetas, pero
debo advertirles, es una primera parte. Van a sufrir muy mucho el “continuará”
hasta que salga el próximo tomo.
Si no
conocen la obra de Jodorowsky, este cómic supone una excelente puerta de
entrada para que se sumerjan en su estilo personalísimo, lleno de misticismo y
simbología, pero repito, que jamás deja
de entretener. Además los dibujos de José Ladrönn reflejan la naturaleza e
identidad del film del que parte esta historia, y lo mejor. Lo estiliza y le da
esa elegancia que necesita este cómic. Les aseguro, van a hacerse fanáticos de
la obra de estos autores con Los Hijos del Topo. Por supuesto, es recomendable
que antes miren el film.