kaBOOM Art - Yerba Buena
Bastó
con decir Kaboom para que el equilibrio se rompa en Yerba buena. El ruido de
motores y el heavy metal ganó lentamente su espacio en Las Higueritas, una
calle tranquila, de grandes camionetas y mucho barro. Afuera de la Casa de la
Historia y de la Cultura del Bicentenario de Yerba Buena, las motos llenaban la
vereda mientras sonaba Paranoid de Black Sabbath en una señal de protesta a
ese nombre tan largo. Su mensaje era claro, estaban ahí para romper el esquema
al que la gente del lugar estaba acostumbrada. Preludiaban algo mayor... Kaboom
Art en Yerba Buena.
Preludio
Después de caminar varias cuadras en una zona que cambia drásticamente de
noche, logré llegar a la Casa de la Cultura. Abundaban jóvenes con un aspecto
bohemio y rockero, esperaban pacientemente a que se inaugure la muestra. Los
nervios envolvían a los organizadores, esos detalles de último momento rondaban
por sus mentes y por supuesto, esa fatalidad inesperada que tal vez podía
llegar. Tengo que admitir que fui pesimista por la mezcla que habían propuesto:
Arte, cómics, bandas en vivo, video juegos y motos. Si bien Team Kaboom está
lleno de energía, querer abarcar mucho puede ser muy contraproducente. Sus
nervios eran contagiosos, pero estaban centrados en ultimar detalles.
Moteros
Cuando me acerqué a charlar con los moteros, me di con que su aspecto
intimidante desaparecía en segundos. Mostraban una naturaleza de sonrisa fácil
y abrazos fuertes, que sumergían en su vida de ruta y sobre todo, la
fraternidad que los caracteriza. “Un viaje que normalmente toma cuatro horas,
para un motero toma el doble. Cuando nos encontramos con otros compañeros de
ruta en las estaciones de servicio o paradas, nos ponemos a conversar y se nos
pasa el tiempo”, expresó Nenino Bosso, padre de uno de los miembros de Kaboom
“Nuestra vida está ligada al rock, aunque a mí también me gustan el folklore y
el tango”.
Algunos se acercaban a sacarse fotos con las motos. Había una que destacaba por
la cantidad de “adornos” que tenía, “es un estilo Rat Carancho” expresó Walter
Leonardo Chaban, su dueño. “Le ponemos cosas que encontramos en la ruta, cosas
que están abandonadas y no tienen dueño”, incluso contó la historia de unas
alas y pesuñas de lechuza que decoran su moto.
Lo único que hacía que sus sonrisas desaparezcan era decirles “motoqueros”, ese
término al que estamos tan acostumbrados. “Somos moteros. La gente confunde el
término con motoqueros que viene del motoqueiro de Brasil, ellos serían algo
así como nuestros motochorros” Explicaba con paciencia Daniel Monzón del grupo
Hardwind Tucumán.
Pintura en vivo y muestra
Una de las figuras más llamativas de Team Kaboom son los patos de Jhorovi. Fue
curioso verlo acercarse a un arsenal artístico diferente al que nos tiene
acostumbrados. Tomó el pincel mientras sonaba Mother de Danzig y comenzó a
pintar en el lienzo. De a poco, primero con trazos amarillos, la pintura fue
tomando forma, hasta terminar en un rostro digno de una portada de una
antología comiquera.
El salón en una primera mirada destacaba por sobre las obras. Un espacio
demasiado grande para el tamaño de los cuadros. Comencé a recorrer la muestra,
y a pesar de que las obras eran pequeñas, destacaban por dos sentidos: La
distribución por tipo de técnica y una muy buena organización para el
recorrido. Fue interesante darme con una variedad que iba desde pinturas en
acetato hasta originales de historietas custodiados por un busto de Ricardo
Iorio. Un efecto curioso que le dio una firma particular a la muestra.
El prolapso de los video juegos
Casi llegando al escenario, había un grupo alrededor de una computadora. Se los
podía confundir fácilmente con sonidistas, sobre todo por el ir y venir de
archivos con el que trabajaban. Cuando llegué a su lado, escuché que repetían
varias veces la palabra prolapso y
descubrí que habían bautizado así al archivo del video juego, que al igual que
el personaje de Clint Eastwood en la trilogía de Leone, no tiene nombre.
El equipo formado por Augusto, Facundo, Sosa y Billy, el experto en prolapsos,
es bastante particular: Son un estudiante de informática, dos artistas y un
carpintero. A pesar de lo heterogéneo se las arreglaron para desarrollarlo en
tres días. Según contaron, la idea era hacer una especie de Bubble Bobble pero
con personajes del anime Evangelion. La dinámica del juego de los dragones era
compleja, así que apostaron por uno más simple, Pang, en el que los protagonistas
también rompían burbujas. Fue un acierto, porque a pesar de haber sido
desarrollado en solamente tres días, el juego funciona con mucha fluidez y no se
tildó en ningún momento. Además, a nivel gráfico, al tomar como base el Eva01 y
los ángeles de Evangelion, es bastante llamativo.
Mientras sonaban las bandas en vivo, me vino a la cabeza la tapa del disco Bat
out of hell de Meat Loaf. En la ilustración del historietista Richard Corben
coexistía una estética comiquera con motos y por supuesto, rock. Estos tres
elementos siempre funcionaron bien, sin ir más lejos pensemos en personajes
como Wolverine, Ghost Rider o Lobo, inseparables de la cultura Biker. Incluso
en Akira podemos apreciar lo bien que funciona esta convergencia.
En los videojuegos el nexo con el cómic es todavía más evidente, sobre todo por
el impacto que tienen las sagas Batman Arkham o Tatsunoko Vs. Capcom. Incluso
podemos ver el camino inverso, del videojuego al manga, como fue el caso de la
serie Dot Hack.
Realmente pensé que la combinación arte, cómic, video juegos, motos, bandas en
vivo no iba a funcionar y una cosa se iba a superponer a la otra. Sin embargo,
a pesar de haber sido un evento modesto, tuvo la suficiente cronolepsia y
métrica como para poder marcar un logro para Team Kaboom (que no pertenece a
Kaboom de La Gaceta) y la promesa de cosas mejores. Como dijo Sofía
Geromini, “Este evento, es algo que
siempre quise. Es un sueño cumplido”