Iron Man - Viaje a Camelot

30 Abr 2016
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Ilustración de John Romita Jr.

En el mundo del cómic comercial, hay autores que están predestinados para escribir a ciertos personajes que no crearon y terminar de explotar su potencial. Tal vez los casos más conocidos sean los de Chris Claremont y John Byrne en X-men, George Pérez en Wonder Woman y por supuesto, Ed Brubaker en Captain America. Sin embargo hay otros hitos no tan conocidos que también rompieron barreras, como fue el caso de la etapa del tándem creativo de Bob Layton, David Michelinie y John Romita Jr. en Iron Man desde 1978. Ellos fueron los responsables de grandes clásicos, como El demonio en una botella en la que Tony Stark era víctima del alcoholismo y sus consecuencias.

En este tomo, Iron Man - Viaje a Camelot,  encontramos los dos cruces de Iron Man con Dr. Doom en los que interviene de una u otra manera el universo del Rey Arturo. Desde que era un niño,  a Bob Layton le rondaba la idea de Iron Man como un caballero de Camelot. El tema era cómo llevarlo a cabo sin que sea algo rebuscado o ridículo.

A David Michelinie le tocó darle forma a esa idea y encontrarle ese elemento para que funcione. Lo que necesitaba era un villano que pueda manejar el viaje en el tiempo y es aquí donde aparece Dr. Doom. Este villano de los 4 Fantásticos se había convertido en el adversario por excelencia del cuarteto, pero tenía muchas similitudes con el vengador dorado: Trajes tecnológicos y metálicos que les cubrían todo el cuerpo, una fortuna enorme y por supuesto, los dos genios de la tecnología. Además, Victor Von Doom había viajado varias veces en el tiempo. Él era el indicado para que Iron Man viaje hasta los tiempos artúricos.

Una de las cosas que convirtió esta etapa en un clásico es la forma en la que este tándem entendía la globalidad de Tony Stark.  Iron Man es mucho más que la mezcla de ciencia ficción, aventura y drama humano estaban presentes. Faltaba un elemento muy importante que estaba desaprovechado. Hablamos de su faceta empresarial como eje disparador de historias y thrillers de negocios. Justamente en la primera historia vemos desde el principio como mezclan todos estos elementos para lograr grandes resultados. Viaje a Camelot comienza con un como un thriller empresarial en el que Iron Man viaja a Lavernia, el país de Doctor Doom, para recuperar unos artefactos de alta tecnología que le había robado y en medio de la pelea terminan en la máquina del tiempo de Doom que se activa accidentalmente. Es aquí en donde Michelline y Layton logran llevarlos a Camelot sin caer en el ridículo. Encima añaden dos elementos narrativos que elevan a la historia a lo épico. No tienen forma de volver al presente (al menos al principio) y terminan  participando en el enfrentamiento entre la corte del Rey Arturo y Morgana Le Fay. Por supuesto, al estilo Marvel.

Darle una calidad gráfica que esté al nivel de la historia, era complicado. John Romita Jr. con Layton en tintas supieron hacerlo, creando ese tiempo medieval lleno de magia y batallas épicas, pero sobre todo se jugaron con escenas llenas de detalles, ángulos complicados para conseguir la famosaespectacularidad marvel de los sesentas y setentas. Es cierto que John Romita Jr. ya no está entre los artistas más queridos por el trabajo lamentable que hizo en Avengers Vs X-men. Lo que descubrí, es que le pone pasión a las obras que si le interesan. Su etapa en Iron Man está entre ellas.

La segunda saga no tiene la espectacularidad de la primera. Es más, no sale de la típica historia de los futuros decadentes en las que hay alguien cercano a ellos tirando de los hilos. Lo que si le da un excelente nivel, es la forma en la que  Michelinie y Layton manejan los elementos narrativos para darle riqueza argumental y mantener todo el tiempo una muy buena dosis de tensión, en la que los giros sorprenden. El dibujo de Layton no llega a la espectacularidad de John Romita Jr. pero tiene pasión. En todas las viñetas se aprecia el cariño que les tiene a los personajes y como se las arregla para dar un muy buen espectáculo visual al que lamentablemente le falta un poco de imaginación y a veces peca de ser poco dinámico. Saliendo de eso, su trabajo está muy por encima de la media.

Iron Man Vs Doctor Doom es de esos cómics que no solamente tienen una historia original y muy bien escrita. Está hecha con una pasión enorme que brilla en cada viñeta. Por esto, a pesar de los años, estos cómics siguen sorprendiendo y divierten tanto como lo hicieron en su época. Así son los clásicos, no les pasa el tiempo.

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