¡A celebrar el día de la historieta!

04 Sep 2015
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Héctor Germán Oesterheld en su tinta

Hoy nos toca festejar el día nacional de la historieta en Argentina sin actos y tampoco es un día feriado. Por si no lo saben, se festeja desde el 2005 para celebrar y difundir la historieta en homenaje a una fecha histórica: El 4 de Septiembre de 1957, día en el que se distribuyó en las revisterías el primer número de Hora Cero semanal. Ya sé, son nombres raros y fechas muy alejadas. Es entendible que pase desapercibido si no son adeptos al noveno arte o a la obra del maestro Héctor Germán Oesterheld, autor de El Eternauta. Es una lástima que todavía el gran público siga viendo esta fecha como una curiosidad o esa nota de color que adorna el día. Después de todo, son “solamente historietas”.

En 1957 también había ese escepticismo frente al cómic, pero sin televisión e internet para competir, vendía mucho más. La gente leía de verdad las revistas. No estaban de adorno en los livings de las casas y rellenando bibliotecas. Aparecían maltratadas por el uso y abuso,  un poco deshojadas en cualquier lado. Si terminaban en el baño, era papel que la gente usaba sin regaño. Es decir, a la gente no le importaba coleccionar, leían historietas para pasar el rato. Lo importante es que el negocio editorial funcionaba muy bien y Oesterheld se animó a invertir en su propia editorial, Frontera.  Así el 4 de septiembre de 1957, salió el primer número de Hora Cero semanal, donde se lucían la historieta bélica Ernie Pike y por supuesto, El Eternauta. Como no eran historias autoconclusivas, sino llenas de "continuará", los lectores se hacían adictos a Hora Cero y Frontera. El nombre del guionista resonaba cada vez más y Oesterheld estaba convencido de que hacía algo verdaderamente especial por el noveno arte. Para él, en ese medio marginal se podía apuntar a obras de mayor calidad y peso literario al nivel de Stevenson, Borges y tantos otros. Lo mejor de todo, es que al ser barata estaba al alcance de todos. Como buen guionista prolífico, ya había creado grandes personajes, como Bull Rockett  y Sargento Kirk con los que había demostrado su potencial, pero había guardado lo mejor para “Hora cero”. 

No estaba solo, la mayoría de los dibujantes que aparecían en la revista se convirtieron en monstruos del noveno arte. Allí estaban Hugo Pratt, Solano López, el genial Alberto Breccia entre tantos otros. Mientras el trazo de Arturo Del Castillo tenía su realismo académico, Pratt simplificaba y hacía que al fin las balas lastimen, que los personajes realmente mueran de maneras creíbles e impactantes. Solano López le daba un aire caricaturesco a su estilo realista y Breccia se les reía en la cara con sus viñetas a los que decían que la historieta no es arte. Así se unieron otros clásicos como Mort Cinder y Randall the killer al Eternauta. Gracias a Editorial Frontera se dio la edad de oro del cómic nacional, y Oesterheld se convertía en leyenda. Sin embargo, los mitos y las leyendas caen cuando se dan de cara a la realidad. El maestro en realidad era más cuentista y novelista que guionista de historietas. Pecaba de cargar demasiado de texto a todas sus obras, cosa que terminaban corrigiendo sus dibujantes, sobre todo Breccia y Pratt.  Entre roces económicos y artísticos, esa promesa que había en Editorial Frontera tuvo un final tan pesimista como el de las mejores obras del guionista. Al menos fue con dignidad y obras que hoy son clásicos a nivel mundial, irónicamente desconocidos por el gran público argentino.

Duele pensar que hoy ese auge de la historieta nacional está lejano y a Oesterheld se lo recuerda solamente por El Eternauta. Después de todo, es prácticamente la única obra suya que se reedita una y otra vez y es fácil de conseguir. Ernie Pike, Ticonderoga, Joe Zonda aún esperan su oportunidad para lucirse en ediciones nacionales de lujo, todavía lejanas. Al menos el día de la historieta en Argentina es un homenaje a Oesterheld, por eso recordemos la genialidad de este guionista y a todos los que lo acompañaron. No podemos dejar que obras poco inspiradas y superfluas como Gaturro o esos intentos de manga (y otros estilos) de artistoides que se creen talentosos, sean protagonistas de un día en el que tenemos que celebrar la buena historieta. Queridos lectores, hay que leer noveno arte, acercarse a los clásicos, a los artistas con talento modernos y disfrutar eso que le debemos a gente como Oesterheld. Porque si decimos “Son solamente historietas para nenes” vamos mal. 

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