¡A celebrar el día de la historieta!
Hoy nos toca
festejar el día nacional de la historieta en Argentina sin actos y tampoco es
un día feriado. Por si no lo saben, se festeja desde el 2005 para celebrar y
difundir la historieta en homenaje a una fecha histórica: El 4 de Septiembre de
1957, día en el que se distribuyó en las revisterías el primer número de Hora Cero semanal. Ya sé, son nombres
raros y fechas muy alejadas. Es entendible que pase desapercibido si no son
adeptos al noveno arte o a la obra del maestro Héctor Germán Oesterheld, autor de El Eternauta. Es una lástima que todavía el gran público siga
viendo esta fecha como una curiosidad o esa nota de color que adorna el día.
Después de todo, son “solamente historietas”.
En 1957 también había ese escepticismo frente al cómic, pero sin televisión e
internet para competir, vendía mucho más. La gente leía de verdad las revistas.
No estaban de adorno en los livings de las casas y rellenando bibliotecas.
Aparecían maltratadas por el uso y abuso,
un poco deshojadas en cualquier lado. Si terminaban en el baño, era
papel que la gente usaba sin regaño. Es decir, a la gente no le importaba
coleccionar, leían historietas para pasar el rato. Lo importante es que el
negocio editorial funcionaba muy bien y Oesterheld se animó a invertir en su
propia editorial, Frontera. Así el 4 de septiembre de 1957, salió el
primer número de Hora Cero semanal,
donde se lucían la historieta bélica Ernie
Pike y por supuesto, El Eternauta.
Como no eran historias autoconclusivas, sino llenas de "continuará",
los lectores se hacían adictos a Hora Cero y Frontera. El nombre del guionista
resonaba cada vez más y Oesterheld estaba convencido de que hacía algo
verdaderamente especial por el noveno arte. Para él, en ese medio marginal se
podía apuntar a obras de mayor calidad y peso literario al nivel de Stevenson,
Borges y tantos otros. Lo mejor de todo, es que al ser barata estaba al alcance
de todos. Como buen guionista prolífico, ya había creado grandes personajes,
como Bull Rockett y Sargento
Kirk con los que había demostrado su potencial, pero había guardado lo
mejor para “Hora cero”.
No estaba solo, la mayoría de los dibujantes que aparecían en la revista se
convirtieron en monstruos del noveno arte. Allí estaban Hugo Pratt, Solano López,
el genial Alberto Breccia entre
tantos otros. Mientras el trazo de Arturo Del Castillo tenía su realismo
académico, Pratt simplificaba y hacía que al fin las balas lastimen, que los
personajes realmente mueran de maneras creíbles e impactantes. Solano López le daba un aire
caricaturesco a su estilo realista y Breccia
se les reía en la cara con sus viñetas a los que decían que la historieta no es
arte. Así se unieron otros clásicos como Mort
Cinder y Randall the killer al
Eternauta. Gracias a Editorial Frontera se dio la edad de oro del cómic
nacional, y Oesterheld se convertía en leyenda. Sin embargo, los mitos y las
leyendas caen cuando se dan de cara a la realidad. El maestro en realidad era
más cuentista y novelista que guionista de historietas. Pecaba de cargar
demasiado de texto a todas sus obras, cosa que terminaban corrigiendo sus
dibujantes, sobre todo Breccia y Pratt. Entre roces económicos y artísticos, esa
promesa que había en Editorial Frontera tuvo un final tan pesimista como el de
las mejores obras del guionista. Al menos fue con dignidad y obras que hoy son
clásicos a nivel mundial, irónicamente desconocidos por el gran público
argentino.
Duele pensar que hoy ese auge de la historieta nacional está lejano y a Oesterheld
se lo recuerda solamente por El Eternauta.
Después de todo, es prácticamente la única obra suya que se reedita una y otra
vez y es fácil de conseguir. Ernie Pike,
Ticonderoga, Joe Zonda aún esperan su oportunidad para lucirse en ediciones
nacionales de lujo, todavía lejanas. Al menos el día de la historieta en Argentina
es un homenaje a Oesterheld, por eso recordemos la genialidad de este guionista
y a todos los que lo acompañaron. No podemos dejar que obras poco inspiradas y
superfluas como Gaturro o esos
intentos de manga (y otros estilos) de artistoides que se creen talentosos,
sean protagonistas de un día en el que tenemos que celebrar la buena
historieta. Queridos lectores, hay que leer noveno arte, acercarse a los
clásicos, a los artistas con talento modernos y disfrutar eso que le debemos a
gente como Oesterheld. Porque si decimos “Son solamente historietas para nenes”
vamos mal.