Daredevil - Segunda Parte
Los
comiqueros tenemos un poder. Sabemos desde el tráiler si la película o serie
basada en los cómics va a ser un desastre o no. Otras veces es todavía peor de
lo que creíamos, por ejemplo linterna asco verde, y cuesta demasiado
explicarles que el bodrio visual que vieron no tiene nada que ver con el cómic.
Las explicaciones duran horas, los amigos miran raro, se cansan y todo queda en
nada. Muy cada tanto hay suerte, y sale algo que le hace justicia al cómic como
pasó con Daredevil de Netflix. Como hoy
cuesta conseguir cómics o están demasiado caros, vale la pena disfrutar lo que
es el personaje gracias a esta serie que logró reflejar el espíritu de la
historieta.
De Miller a Kevin Smith
El final de Born Again (Renacer) fue
tan impactante, que daba a entender que Matt Murdock no necesitaba ser
Daredevil nunca más. Sencillamente podía ser un punto final al cómic después de
que el protagonista que superara su mayor crisis y lograra salir victorioso.
Pero no nos olvidemos que por más que haya sido una obra maestra del noveno
arte, sigue siendo una historieta comercial. Después de tal éxito de ventas, lo
lógico era seguir. Después de varios números de relleno e intentos fallidos
para encontrar un sucesor digno a Miller, Ann
Nocenti, periodista y editora de Marvel, se animó a los guiones. Lo
curioso, es que ella tenía una posición política bastante marcada que no dudaba
en evidenciar en sus historias. Allí trataba sus inquietudes sociales
aprovechando al máximo el entorno urbano y marginal en el que estaba inmerso
Daredevil. Con la llegada del dibujante John
Romita Jr. , Nocenti se animó a sagas extensas y crear villanos como Typhoid Mary. Esto hizo que su etapa
fuera ganando cada vez más fuerza hasta casi igualar a Miller. Una curiosidad: en esta etapa Daredevil con la ayuda de unos inhumanos derrotó a Ultrón.
Después de su partida, pasaron años hasta que Daredevil se pareciera a
Daredevil. Le tocó ser víctima de la moda que redefinía a los personajes en los
noventa. Lo que hizo Chichester con
nuestro héroe fue tan grave, que Murdock se quedó deprimido durante unos buenos
años hasta que cancelaron su colección. Esto fue algo para bien. El nuevo
volumen, que tenía el sello Marvel
Knights fue una apuesta de hacer cómics con un tinte adulto. Joe Quesada, editor e ilustrador del
primer arco argumental tenía una idea bastante clara de lo que era hacer buenos
cómics y usó toda su sapiencia en lo que fue una de las mejores etapas
creativas de Marvel. El guionista al que le tocó abrir la colección fue el cineasta
Kevin Smith, conocido por películas
como Clerks, Mallrats o Dogma. Smith
es uno de esos amantes del cómic que tienen un gran conocimiento de los
personajes. Es un apasionado al que las malas lenguas definen simplemente como
un friki o un nerd de los cómics. Su saga fue controversial, tal vez no muy
inspirada, pero hizo el ruido suficiente para que Daredevil fuera nuevamente
centro de atención.
De vuelta al género negro a manos de
Brian Bendis y Ed Brubaker
Me llamó mucho la atención que la serie de Netflix no se haya alimentado de
Miller. A pesar del fanatismo y amor que pueda tener por esa etapa, tengo que
admitir que se quedó demasiado en los ochenta y la moda “yakuza” pasó de moda
hace tiempo. A veces lo vintage funciona, la película Drive por ejemplo. Sin embargo,
cuando Brian Bendis comenzó sus andanzas en Daredevil, actualizó y le dio una
continuidad muy coherente e intensa, que se sintió casi como una serie de
televisión. Matt volvía a su entorno urbano, pero esta vez era uno demasiado
verosímil en el que los villanos habían madurado y sus motivaciones teñían a la
serie de grises, costaba definir quién era malo o bueno hasta que Kingpin hizo su aparición. Es curioso, Brian Bendis se
parece mucho a como Alex Maleev dibujó
al personaje en esta etapa. Tal vez haya pensado como él y por eso logró encontrar
la mejor forma de poner en jaque tanto a Matt Murdock como a Daredevil en toda
la etapa: Hizo pública la doble identidad. Esta vez Kingpin tiró sus hilos
desde lo legal, y por primera vez, el cómic se sintió también como un thriller
legal al estilo de los de John Grisham. Murdock
estuvo en un jaque que duró varios números e hizo que se sienta la presión a la
que estuvo sometido. Un detalle muy interesante de esta etapa, fue la forma en
la que explotó la mediatización de lo legal dentro de la narrativa del cómic.
Las “cámaras” le dieron una dureza y verosimilitud todavía más intensa.
Después de Bendis y por la forma tan abierta en la que terminó su etapa, se
necesitaba un guionista experto en género negro. Ed Brubaker había sorprendido con obras como Criminal o Scene of the
crime, y parecía el indicado para continuar, o incluso mejorar la etapa
anterior. Lo suyo fue digno, pero el problema estuvo en que no supo entender
del todo a Matt Murdock y lo perfiló como un egoísta y caprichoso. Fue una
lástima, porque sus números se sintieron como “lo que pudo haber sido” y
terminó siendo algo correcto.
La calidad cayó en picada cuando Andy Diggle se hizo cargo del guión. No voy a
hablar de esta etapa, ni de su saga central, Tierra de sombras. Solamente voy a decirles que la eviten. Si ven
números o tomos de Daredevil firmados por Diggle, lo mejor es alejarse.
El señor Mark Waid lo arregla todo
Después del desastre que hizo Diggle, se necesitó un experto en arreglar
desastres y darles el toque “fénix” a las colecciones. Mark Waid ya lo había
hecho en Flash, Los cuatro fantásticos
y Capitán América. El giro que le dio a Daredevil es fresco e
interesante. Lo urbano seguía, pero de repente se sintió como salir de un
callejón peligroso y terminar sonriendo en una plaza. Allí el sol ilumina pero
el peligro sigue, y en algún momento va a estallarnos en la cara. Puede sonar
cursi, pero Mark Waid logró que Matt Murdock encuentre un nuevo rumbo a su vida
y lleve esa chispa a su alter ego. Lo legal sigue con mucha fuerza, y ese giro
de haber convertido a Murdock en un asesor legal para personas a las que los
abogados no quieren representar, hizo que lo urbano y lo marginal sigan, pero
vistos desde una óptica distinta. Esos personajes al fin tienen esperanza de
cambio. Daredevil es funcional a lo legal y cada tanto tiene sus
enfrentamientos contra villanos de peso. Waid todavía sigue en la colección,
con ideas y mucha fuerza.
En Argentina Ovni press publicó El
efecto omega, donde comparte protagonismo con Punisher y Spiderman y la
mitad de la primera saga. (Una vergüenza y una falta de respeto a los lectores
que confiaron en la editorial)
Es cierto que hoy es difícil comprar historietas y muchos prefieren evitar leer
scans. Sin embargo, a veces las series de televisión logran reflejar de manera
perfecta la esencia de un personaje y sin leer el cómic, nos podemos sumergir
en su mundo. Eso pasó con Daredevil.
Netflix merece un aplauso de pie.