Seconds - Cuando la magia corrige los errores

31 Mar 2015
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Ilustración de Bryan Lee O'Malley

Hay autores que maduran entre obra y obra. Es un proceso que no sale de un momento para otro, por lo general toma años y hace que nos olvidemos de los autores. En el caso de Bryan Lee O'Malley, fueron casi cuatro. El cómic que lo hizo famoso, Scott Pilgrim, fue un éxito gracias a su adaptación cinematográfica y generó el suficiente ruido como para que no nos olvidemos del autor. Sin embargo, ha cambiado el registro en esta nueva obra. El desenfreno y la acción de los video juegos cambian por un fábula moderna que trata sobre las segundas oportunidades y madurar.

En estos tiempos posmodernos, parece no haber lugar para las hadas o los seres mágicos. Por suerte, todavía hay autores tan personales como Bryan Lee O'Malley que se encargan de actualizar todo lo mágico para que coexista de manera lógica con el mundo actual y nuestra forma de vida. Lo hacen tan creíble, que después de leer sus obras, en el fondo sentimos que hay seres mágicos cerca de nosotros. Tal vez un espíritu de la casa, al que hay que tenerlo feliz (porque si no nos hacen la vida imposible) o algún elemento mágico que nos abra la puerta a las segundas oportunidades (de ahí el título del libro, es un juego idiomático entre el nombre del bar, segundas oportunidades y los segundos en los que se arregla todo)  A la protagonista de Seconds, Katie, esto es algo que le viene bastante bien. Ella es una casi treintañera, impulsiva y está pasando por una de esas fases en las que busca crecer como sea. Para esto, intenta desligarse del restaurante que co fundó, Seconds y busca fundar el propio en un edificio que se cae de a pedazos, pero intenta reconstruirlo como sea. Impulsiva, como ella sola, comete errores de todo tipo, pero se las arregla entre su autocompasión y su testarudez hasta que sucede lo inevitable. Entonces aparece  Lis, el espíritu de la casa con una solución mágica para corregir ese error como si nunca hubiera ocurrido. Claro, hay reglas. Katie tiene derecho a usar esta solución una sola vez, pero ella sigue cometiendo errores y la solución es tan simple, que no piensa en las consecuencias a pesar de las advertencias de Lis.

En una primera instancia, puede parecerse un poco a la película El día de la marmota, protagonizada por Bill Murray, pero aquí no hay un patrón que se repite, y las cosas no suceden al azar como en Efecto Mariposa. Lo que lleva a que las cosas empeoren es la misma Katie, que crea un círculo entre aprender del error e intentar borrarlo. Son errores que cometemos todos y por eso es entendible que la tiente tanto corregirlos. Algo interesante, es que si le sacamos el elemento mágico a Seconds, lo mismo tendría fuerza y seguiría siendo una buena historia. Si algo nos dejó claro O'Malley con Scott Pilgrim, es su maestría a la hora de crear personajes y hacer que interactúen de manera siempre interesante. Están tan bien caracterizados, que se vuelven impredecibles y cada uno tiene su voz particular. Hay momentos muy tiernos, como la amistad que nace entre Katie y Hazel, una chica tímida que trabaja de moza en Seconds. Hay muchos momentos intimistas en los que Katie reflexiona sobre sus errores, sobre todo en sentimentales referidos a un gran amor perdido, Max. Gracias a la voz del autor, que rompe la cuarta barrera, estos momentos nunca se vuelven densos o pesados. Además, la voz del autor es tan personal que hace que la lectura de este cómic sea algo muy disfrutable y fresco.

La evolución de
O'Malley también se nota en lo gráfico. Gracias a la influencia de los video juegos de simulación de vida real como The Sims, encontró una forma de aprovechar su estilo chibi o supercute. En varias páginas hace un corte transversal de las locaciones y las muestra con el plano completo y con los personajes interactuando o haciendo lo suyo en cada habitación, al igual que en esos juegos. Es evidente que el autor tuvo que esforzarse para conseguir ese efecto, pero les aseguro que van a pasar un buen rato mirando esas páginas porque son sublimes. La influencia del manga a muchos les juega en contra, parecen clones de los artistas japoneses a los que admiran. En el caso de O'Malley estas influencias le dan personalidad. En su trazo aparecen vestigios de autores como el padre del manga Osamu TezukaIzumi Matsumoto (orange road) y sobre todo de Rumiko Takahashi (Ranma y medio). En su trazo queda patente que la influencia no es lo mismo que la copia, y recomiendo este autor a los que siguen el manga.  El coloreado de Nathan Fairbairn  funciona perfecto con el estilo de O'Malley, crea climas y le da una energía acorde a cada momento.

En un mercado tan saturado como el del cómic, es bueno encontrar obras tan potentes y realizadas con tanta pasión como Seconds. Es un cómic personalísimo sobre las secundas oportunidades, profundo y por supuesto, divertido que nos recuerda que la magia aún vive, solamente tenemos que saber dónde mirar.  

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