Condorito
Hay
situaciones que nos hacen, dicho de manera fina, caer de espaldas. En realidad
nuestros glúteos suenan de manera estrepitosa y si tenemos mala suerte, el
dolor del huesito de la alegría nos va a hacer recordar el momento por algunos
días. Lo ideal sería quedarnos flotando, pero eso solamente pasa en el remate
de los chistes de Condorito, donde
no falta la onomatopeya ideal para la ocasión, Plop.
Cuando el chileno René Ríos Boettiger,
alias Pepo, caricaturista político, vio
la película “Saludos amigos” de Disney, en la que el Pato Donald y sus amigos visitaban
algunos países de Latinoamérica, sintió que el personaje que representaba Chile (Pedrito un avión con rasgos antropomórficos)
estaba muy lejos de la realidad. Para
Pepo, el chileno corriente era distinto, más pícaro, simpático y sobre todo, de
buen corazón. Condorito reunía esos rasgos en el cuerpo del ave del escudo de
chile, como imaginarán, es el Cóndor, pero por supuesto, con rasgos
antropomórficos. Cuando debutó en la
revista Okey en el año 1949, se
parecía mucho más al ave que la versión actual, sobre todo por el pico alargado
y las plumas en su cuello. Su personalidad
ya estaba definida y convivía entre humanos compartiendo sueños y problemas. Desde
ese momento la tira tenía una identidad tan fuerte que tomábamos como algo
normal que Condorito viva entre humanos sin preguntarnos por qué. En otro
mercado, sobre todo el norteamericano, habría salido al menos un especial
contando su origen. Sin embargo, parece haber una respuesta a esto. En el libro 1001 cómics que hay que leer antes de morir, mencionan que su
padre, enojado, lo arrojó del nido y por ello terminó viviendo en la ciudad
ficticia de Pelotillehue. Debo
admitir que no encontré esa tira, incluso después de una investigación muy
minuciosa (y divertida) – Si algún lector la tiene, voy a pedirles que por
favor se contacten conmigo. Es algo que realmente me interesa corroborar.
Pepo tenía una gran maestría para la crítica social en sus dibujos. No era
necesario ni que la mencione en los chistes, pero en las viñetas veíamos el
pueblo de Pelotillehue pobre y descuidado. Las casas son precarias, las calles
están llenas de baches y no falta un cocodrilo metiéndose en las cloacas. Era
honesto, incluso con esos elementos surreales, porque lograba mostrar la forma
en la que vivían los que habían migrado del campo a las ciudades en la década
del cincuenta en Chile. Esto le infería una identidad notable y atemporalidad.
El tiempo en las páginas de Condorito pasa de otra manera y se lo siente. Es
curioso que muchas veces los chistes no sean graciosos, pero ese entorno en el
que se mueven atrapa y si nos ponemos a mirarlo detenidamente, impacta. En un
lugar así los personajes tienen que ser carismáticos y simpáticos, sino la tira
sería dramática. En este aspecto, pienso que a Condorito se lo puede comparar
con Cantinflas, ambos a pesar de ser
pobres y vivir en entornos duros, representan la personalidad latina a través
de su forma de ser alegre y pícara. Ellos se las arreglan para salir con la
suya, o caer medianamente bien parados cuando las cosas no salen bien. Después
de todo, tienen un gusto enorme por la vida y lo contagian sin importar la
situación por la que estén pasando.
Al igual que toda tira cómica, sus personajes se fueron sumando sobre la
marcha. “De repente empezaron a poblar su mundo una serie de personajes, que
permanecen hoy en la historieta. Muchos de ellos, inspirados en la gente que yo
conocía.” – explicó en una entrevista publicada en Valija Cultural. Cómo Condorito ya se mezclaba con humanos, y es
muy poco probable que Pepo haya pasado meses en las montañas de inquilino en un
nido de cóndores, optó por lo más lógico: se basó en personas que conocía para darles
vida. “El Compadre Chuma..., bueno,
uno siempre tiene un compadre que en los tiempos duros le tiende la mano. Don
Chuma existió en un momento de mi vida. Yayita
no era ni mi novia, ni mi señora, lo único que tomé de un familiar fue su
nombre” – subrayaba en la entrevista mencionada. Estos personajes
evolucionaron gráficamente hasta llegar a ser los que conocemos. El cambio en
Pepe Cortisona impacta, al principio no tenía su look atlético y se parecía un
poco a Don Chuma, pero lo mismo iba con descaro detrás de Yayita. ¡Hay cosas
que para desgracia de nuestro querido pajarraco, nunca cambian!
Durante un tiempo, Pepo fue el único nombre de autor que se veía en las tiras.
A pesar de haber contratado colaboradores, algunos notables, se encargaba de
corregir, dar el visto bueno y poner su nombre. Es algo que también hicieron
autores como Walt Disney o Dante Quinterno (Patoruzú e Isidoro). A
pesar de eso, la historieta tenía un humor picaresco con cierto toque
surrealista. Esto se perdió cuando pasó a manos de Editorial Televisa. Se eliminó todo lo que podía ser ofensivo o
políticamente incorrecto. De Pelotillehue solamente quedó el nombre. Ese pueblo
pobre se convirtió en un suburbio sin personalidad cuando taparon los baches y
mejoraron las casas. También desaparecieron personajes. Es decir, pasó por un
filtro bastante importante. La tira perdió muchísimo con esto. Basta con
comparar un número de los ochenta o noventa con uno actual para notar esos
cambios. Duele decir que Condorito perdió una parte importante de su personalidad.
Hoy, a más de sesenta y cinco años de su creación, Condorito sigue en manos de Editorial Televisa. Allí, un grupo
pequeño de artistas que son anónimos en la revista, se encargan de reciclar y
actualizar esos chistes clásicos que aún siguen funcionando. A veces salen
algunos nuevos basados en películas o hitos de moda. La magia está mucho más
débil pero aun así, tenemos la garantía de que Condorito seguirá teniendo su
lugar en las revisterías durante algunos años más.