25 Mar 2015
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Imagen obtenida en la cuenta oficial de Facebook del personaje

Hay situaciones que nos hacen, dicho de manera fina, caer de espaldas. En realidad nuestros glúteos suenan de manera estrepitosa y si tenemos mala suerte, el dolor del huesito de la alegría nos va a hacer recordar el momento por algunos días. Lo ideal sería quedarnos flotando, pero eso solamente pasa en el remate de los chistes de Condorito, donde no falta la onomatopeya ideal para la ocasión, Plop.

Cuando el chileno René Ríos Boettiger, alias Pepo, caricaturista político, vio la película “Saludos amigos” de Disney, en la que el Pato Donald y sus amigos visitaban algunos países de Latinoamérica, sintió que el personaje que representaba Chile  (Pedrito un avión con rasgos antropomórficos) estaba muy lejos de la realidad.  Para Pepo, el chileno corriente era distinto, más pícaro, simpático y sobre todo, de buen corazón. Condorito reunía esos rasgos en el cuerpo del ave del escudo de chile, como imaginarán, es el Cóndor, pero por supuesto, con rasgos antropomórficos.  Cuando debutó en la revista Okey en el año 1949, se parecía mucho más al ave que la versión actual, sobre todo por el pico alargado y las plumas en su cuello.  Su personalidad ya estaba definida y convivía entre humanos compartiendo sueños y problemas. Desde ese momento la tira tenía una identidad tan fuerte que tomábamos como algo normal que Condorito viva entre humanos sin preguntarnos por qué. En otro mercado, sobre todo el norteamericano, habría salido al menos un especial contando su origen. Sin embargo, parece haber una respuesta a esto.  En el libro 1001 cómics que hay que leer antes de morir, mencionan que su padre, enojado, lo arrojó del nido y por ello terminó viviendo en la ciudad ficticia de Pelotillehue. Debo admitir que no encontré esa tira, incluso después de una investigación muy minuciosa (y divertida) – Si algún lector la tiene, voy a pedirles que por favor se contacten conmigo. Es algo que realmente me interesa corroborar.

Pepo tenía una gran maestría para la crítica social en sus dibujos. No era necesario ni que la mencione en los chistes, pero en las viñetas veíamos el pueblo de Pelotillehue pobre y descuidado. Las casas son precarias, las calles están llenas de baches y no falta un cocodrilo metiéndose en las cloacas. Era honesto, incluso con esos elementos surreales, porque lograba mostrar la forma en la que vivían los que habían migrado del campo a las ciudades en la década del cincuenta en Chile. Esto le infería una identidad notable y atemporalidad. El tiempo en las páginas de Condorito pasa de otra manera y se lo siente. Es curioso que muchas veces los chistes no sean graciosos, pero ese entorno en el que se mueven atrapa y si nos ponemos a mirarlo detenidamente, impacta. En un lugar así los personajes tienen que ser carismáticos y simpáticos, sino la tira sería dramática. En este aspecto, pienso que a Condorito se lo puede comparar con Cantinflas, ambos a pesar de ser pobres y vivir en entornos duros, representan la personalidad latina a través de su forma de ser alegre y pícara. Ellos se las arreglan para salir con la suya, o caer medianamente bien parados cuando las cosas no salen bien. Después de todo, tienen un gusto enorme por la vida y lo contagian sin importar la situación por la que estén pasando.  

Al igual que toda tira cómica, sus personajes se fueron sumando sobre la marcha.  “De repente empezaron a poblar su mundo una serie de personajes, que permanecen hoy en la historieta. Muchos de ellos, inspirados en la gente que yo conocía.” – explicó en una entrevista publicada en Valija Cultural. Cómo Condorito ya se mezclaba con humanos, y es muy poco probable que Pepo haya pasado meses en las montañas de inquilino en un nido de cóndores, optó por lo más lógico: se basó en personas que conocía para darles vida.  “El Compadre Chuma..., bueno, uno siempre tiene un compadre que en los tiempos duros le tiende la mano. Don Chuma existió en un momento de mi vida. Yayita no era ni mi novia, ni mi señora, lo único que tomé de un familiar fue su nombre” – subrayaba en la entrevista mencionada. Estos personajes evolucionaron gráficamente hasta llegar a ser los que conocemos. El cambio en Pepe Cortisona impacta, al principio no tenía su look atlético y se parecía un poco a Don Chuma, pero lo mismo iba con descaro detrás de Yayita. ¡Hay cosas que para desgracia de nuestro querido pajarraco, nunca cambian!

Durante un tiempo, Pepo fue el único nombre de autor que se veía en las tiras. A pesar de haber contratado colaboradores, algunos notables, se encargaba de corregir, dar el visto bueno y poner su nombre. Es algo que también hicieron autores como Walt Disney o Dante Quinterno (Patoruzú e Isidoro). A pesar de eso, la historieta tenía un humor picaresco con cierto toque surrealista. Esto se perdió cuando pasó a manos de Editorial Televisa. Se eliminó todo lo que podía ser ofensivo o políticamente incorrecto. De Pelotillehue solamente quedó el nombre. Ese pueblo pobre se convirtió en un suburbio sin personalidad cuando taparon los baches y mejoraron las casas. También desaparecieron personajes. Es decir, pasó por un filtro bastante importante. La tira perdió muchísimo con esto. Basta con comparar un número de los ochenta o noventa con uno actual para notar esos cambios. Duele decir que Condorito perdió una parte importante de su personalidad.  

Hoy, a más de sesenta y cinco años de su creación, Condorito sigue en manos de Editorial Televisa. Allí, un grupo pequeño de artistas que son anónimos en la revista, se encargan de reciclar y actualizar esos chistes clásicos que aún siguen funcionando. A veces salen algunos nuevos basados en películas o hitos de moda. La magia está mucho más débil pero aun así, tenemos la garantía de que Condorito seguirá teniendo su lugar en las revisterías durante algunos años más.  

Aquí podes leer el primer número de Condorito

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