La economía según Piolín de Macramé

10 Ago 2014
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Foto tomada de internet.

En medio de esta situación de Argentina en default técnico o no, con las últimas declaraciones del ministro Axel Kiciloff y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre la extorsiva acción del Juez Griesa en la causa de los Holdouts, la Ensalada trae un texto que ya tiene más de 40 años y que sin embargo refleja con ingenio y humor, un fondo intacto de la realidad. Pasen y lean.

¡Oh la economía!

La economía era una cosa coherente. Hasta que aparecieron los economistas. Se llama economista a un señor muy informado. Que usa una jerga que ni los economistas comprenden. Y cuya misión consiste en demostrar que el ministro de economía está errado. Lo que siempre es cierto. Hasta que a él lo nombran ministro de economía. Después de lo cual sigue siendo cierto.

I

El desconcierto nace de que la gente confunde la economía con la economía doméstica. Y supone que una depende de la otra. Cuando en realidad ni una ni otra dependen de nadie. De nadie residente en el país. La gran economía consiste en una serie de declaraciones sobre economía. Que los ministros emiten. Se denomina ministro de economía a un señor que habla de economía. Mientras otros la manejan. Y cuida el empleo. Que le darán cuando baje del ministerio. Es decir suba. A funcionario de un organismo económico internacional. Que es como se llaman las instituciones que rigen las economías nacionales.

II

La gran economía consiste en palabras tremendas. Como producido bruto. Refinanciación. Y producto "per capita". Cuando el ministro las pronuncia le dan un voto de confianza. Que es lo único que tienen para darle. Porque cuando hay, los ministros de economía no hablan. La economía doméstica es otra cosa. Se resume en un aforismo de Keynes al que se opone Ricardo y que traducido quiere decir "parar la olla". Esta disociación constituye la gran tragedia del país. Porque una es la economía del ministro. Y otra la economía de la señora del ministro. Por eso todos los ministros llevan una vida doble.

III

Alguien dijo que un ladrón es un financista apurado. Poniendo la diferencia en el tiempo. Lo que es absurdo. Un financista es siempre un financista apurado. Pero como el tiempo es oro, no hay que perder el tiempo. Porque sería perder oro. El oro siempre ha constituido el arquetipo del patrón. Por eso se dice patrón oro. Pero del ama de casa nadie dice patrona oro. La economía es la madre de todos los vicios. Que conduce a la inflación. Que es el borborigmo sonido que producen las tripas de las finanzas. Que hace del dinero una ventosidad. La inflación es el engorde en forma de edema. Un método que logra que con más pesos tengamos cada vez menos pesos. Se basa en uno de los más grandes temas de la economía: *vamos tirando*. Cada ministro de economía reprocha la inflación a su antecesor. Y promete frenarla. Pero el sucesor sabe que es un pacto de caballeros. Como casi toda la economía. Por eso la mejor manera de suprimir la inflación ha consistido en suprimir al ministro de economía.

IV

Un modo genial de levantar la economía de las zonas pobres es sembrarlas de casinos. Que las enriquecen. De igual modo que se cura la anemia de un sujeto haciéndole una sangría al hermano. Los casinos se establecen en cumplimiento de la ley que prohibe los juegos prohibidos. Que el Estado no está obligado a cumplir. Ya que el Estado es un Estado dentro del Estado. También se arregla atendiendo a los artículos de primera necesidad. V Los artículos de primera necesidad se reconocen porque siempre tratan de dárnoslos de segunda. Como sucede con el pan y la poesía. Al primero le han puesto mejoradores. Como si el buen pan pudiese ser mejorado. A la segunda, prosa. Y palabrotas. Que buena parte de la poesía moderna consiste en llamar verso a la prosa de los manifiestos políticos. Y buscar el corazón del pueblo. Que no sabe leer. Ni tiene interés en que le busquen el corazón. Sino el estómago.

(Piolín de Macramé, Penúltimos ¡OH! antes del año 2000, Américalee, 1972.)

El texto precedente corresponde a una de tantas columnas que escribió el Doctor Florencio Escardó bajo el seudónimo  "Piolín de Macramé" en los diarios Crítica, La Razón y La Nación durante más de cincuenta años.  El autor fue médico pediatra, nació y murió en su Mendoza natal pero desarrolló su carrera en Buenos Aires. Durante su larga vida escribió varios libros sobre medicina. 

Fue Decano de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Luego Vicerrector de la Universidad de Buenos Aires. En su gestión convirtió el régimen estríctamente masculino de los colegios Buenos Aires y Carlos Pellegrini en régímenes mixtos. 

Fue un médico culto e intensamente humano. Dio mucha importancia a la dimensión social de la vida de los pacientes, fundó la Escuela para Padres del Hospital de Niños Ricardo Guitierrez. Uno de sus logros más sobresalientes, y que demuestra a todas luces su lucidez y sentido común, fue poder permitir la compañía de las madres de modo permanente con sus bebés internados. Al respecto, con la modestia de los grandes, dijo:“Qué puede tener de revolucionario pensar que las madres deben estar con sus hijos enfermos”

Además, el Doctor Florenció Escardó escribió, como médico, una Enciclopedia de Gastronomía Infantil, y fundó la revista Mamina, entre una veintena de libros sobre salud. Como literato escribió una Geografía de Buenos Aires en 1945, y una Nueva Geografia de Buenos Aires en 1971. Ambas ediciones se agotaron casi de inmediato. Como poeta escribió cinco libros de exquisita sutileza y estilo limpio. En fin, Piolín de Macramé es sólo una faceta de este prolífico hombre mendocino, a quien no podemos llamar simplemente intelectual, o médico, o humorista, o escritor, porque cada uno de esos tópicos olvida en cierto modo la inmensa humanidad de este Gran Hombre de nuestro país. 

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